El Jodario

Por Gustavo Alvarez Gardeazabal

La gran mayoría de los lectores de esta columna no tienen idea de quien fue en verdad Laureano Gómez fallecido por estos días hace 50 años.

Laureano Gómez no solo fue un presidente controvertido sino que gracias al manejo de los medios de comunicación y a su permanente manera de pensar y de actuar  fue convertido en el gran monstruo que atizó la violencia contra los liberales.

Desde cuando recién llegó al Congreso, muy joven, promovió un debate para tumbar a Marco Fidel Suárez de la presidencia y hacerlo renunciar porque había prestado una plata para comprar sus vestidos a un contratista del estado.

Laureano tronó  a lo largo de su vida contra las corruptelas, se engrandeció persiguiendo a los gobernantes y perfiló un esquema de derechas sin jamás llegar a ser latifundista ni encabezar un ejército rebelde.

Aunque daba la impresión de no devolverse frente a ninguna pared y de tener una valentía sin límites, costó trabajo saber dónde fue a meterse el 9 de abril de 1948 cuando mataron a Gaitán y le quemaron su periódico El Siglo . Era canciller de la república  pero dejó acéfala la presidencia de la Conferencia Panamericana reunida ese día en Bogotá.

Cuando por fin llegó a la presidencia  el Catón de este país ya estaba muy cansado y la enfermedad lo consumía al punto que su hijo Álvaro y su superministro Jorge Leyva hicieron migas del poder ejecutivo mientras Lucio Pabón Nuñez y el general Rojas Pinilla conspiraban en su contra.

Siempre pretendió que los gobernantes no robaran cuando la política colombiana no era todavía propiedad de los contratistas. Por eso lo olvidaron.

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