El Jodario

Por Gustavo Alvarez Gardeazabal

Cuando no existían las cadenas de droguerías ni los grandes almacenes, se tenía el criterio que todo se encontraba en una botica. En Medellín fue famosa “La Botica de los Isaza”. Hoy ya no quedan boticas, pero desde el sábado tenemos de todo para escoger alcaldes, gobernadores, concejales y diputados.

De acuerdo a nuestra hipócrita legislación electoral, los candidatos pertenecen a algunos de los partidos registrados oficialmente pero la verdad es que muchos de ellos hacen parte primero de las pymes de contratistas que financian sus campañas que de los partidos políticos que dicen representar. Por eso trastean con facilidad.

Salvo en el Centro Democrático, que es un partido caudillista y en algunas regiones donde se acogieron a las listas cerradas, la batalla es abierta, de todos contra todos, para poder satisfacer a los financiadores de sus empresas electorales.

Hay pocas mujeres aspirando con opción a ser gobernadoras, Dilliam, Rosa Cotes y Nancy Patricia tal vez sean las únicas. Hay menos congresistas derrotados que aspiran a reencaucharse con mucho riesgo: Chávarro en el Huila, Ospina en el Valle, Tavera en Santander. Hay, eso sí, una lista larga muy publicitada, pero a veces poco comprobada de candidatos con líos judiciales, parentescos non sanctos y deudas económicas personales.

Lo que escasean son los  líderes proyectándose a futuro. Salvo Char en Barranquilla y Camilo Romero en Nariño, que tienen pasta de  líderes nacionales y  de seguros ganadores, los demás apenas patinan en la parroquia o esperan que los momios y los contratistas les den turno en la cola que “la democracia” los ha obligado a hacer.

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