Por P. Héctor De los Rios L.
Vida Nueva
Domingo decimooctavo del tiempo ordinario
Exodo 16, 2-4.12-15: «Yo haré llover pan del cielo»
Salmo 78(77): «El Señor les dio pan del cielo»
Efesios 4,17.20-24: «Dejen que el Espíritu renueve su mentalidad»
San Juan 6,24-35 : «Trabajen, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura.
El desierto en la Biblia es un símbolo de la condición humana, sus miserias y escaseces. A menudo esta condición llevaba al hombre a la desesperación, como en el relato del Exodo. Milagrosamente, Dios alimenta a la gente con el «maná» y la gente aprende que sólo Dios puede liberar al hombre de su «hambre en el desierto día a día.
Como sucede en el texto de la Carta a los Efesios, de vez en cuando San Pablo compara la vida cristiana con el paso de viejas maneras a nuevas maneras.
(«Vieja» creatura, «nueva» creatura). Hoy, Pablo enfatiza la necesidad de cambiar nuestra mentalidad: el cristianismo no es sólo creencias, ética y culto (y éstas son muy importantes), sino también criterios, escala de valores y mentalidad cultural.
Si nos dejamos adoctrinar de verdad por Cristo, entonces sí tendremos el alimento necesario que dará sentido a nuestra vida: su Palabra que fructificará y crecerá en nosotros (cfr. Col. 1, 5-6).
El relato evangélico sucede inmediatamente después de la multiplicación de los panes. En realidad debemos tener en mente ese milagro para comprender el siguiente diálogo de Jesús con la gente; el Señor sacará ventaja de ese evento, para desarrollar su doctrina del verdadero pan de vida, la Eucaristía. El texto del Evangelio de hoy es la primera parte de su discurso sobre «el Pan de Vida»
Vamos a tratar de él paso a paso: primero, Jesús cuestiona el motivo por el cual la gente va tras El («porque comieron pan hasta saciarse»). Este cuestionamiento desafía las motivaciones de la fe en todos, y en todas partes.
Segundo, Jesús invita a buscar la vida eterna y los valores que no perecen. Estos valores vienen de la FE en El. Tercero, pan material, aun el maná de Moisés, no es suficiente para la realización humana. Hay otro pan, que viene de Dios, que tiene la capacidad de dar vida y realización a todo el mundo. Cuarto, la gente, espiritualmente hambrienta también, pide de ese Pan. Jesús mismo es ese Pan.
Por lo tanto, buscarlo a El, creer en El, venir a El, es el principio del camino a la vida eterna.
Cristo ofrece otro alimento: el verdadero, que da la vida en plenitud. El ha venido para esto: para ser comida nuestra. Pero esta comida viene condicionada a una actividad existencial nuestra: la FE; para comer y alimentarse de Cristo es necesario creer en El, aceptarlo. Esta actitud de acogida es absolutamente necesaria. Todo comienza con esto. Sin esto, nada sirve.
Algunas preguntas para meditar durante la semana:
1. Explícate a ti mismo por qué Jesús es tu vida.
2. Piensa en algunos de tus buenos deseos que no pueden ser realizados en la vida temporal que perdura»