Por Benjamín Barney Caldas
Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle. Ha sido docente en Univalle y la San Buenaventura y la Javeriana de Cali, y continua siéndolo en el Taller Internacional de Cartagena, de los Andes, y en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en Caliescribe.com desde 2011.
Considerando que para mejorar la calidad de vida en Cali es tan importante un buen Concejo como un buen Alcalde, o incluso más, bien vale la pena proponer algunos consejos a los electores, pues desde luego lo que es incontrovertible es que se requiere transformar diametralmente la orientación de la ciudad.
El primero es que es preciso encontrar candidatos comprometidos con sus electores y no vergonzosamente con “inversionistas” en el negocio electoral, y que hayan demostrado su interés por los asuntos urbanos y su estrecha pero ignorada relación con lo social y económico, pues la ciudad es tanto el artefacto como sus ciudadanos. Apoyar nuevos candidatos que se pronuncien y comprometan con temas como el del área metropolitana de Cali y su región de ciudades, sin las cuales no es posible un POT serio.
Es decir, uno que se ocupe de la movilización de los ciudadanos y sus bienes utilizando el corredor férreo para la columna vertebral del transporte público y privado, a partir del cual se genere un verdadero plan vial que incluya los andenes, hoy por hoy la vergüenza de la ciudad, como también de los usos del suelo, toda otra vergüenza, y que incluya la re densificación de la ciudad, sin vergonzosos abusos en altura, y un cinturón verde que impida que se extienda vergonzosamente mas.
Pero igualmente buscar candidatos que entiendan de verdad la necesidad urgente, ante la amenaza del cambio climático y la sobrepoblación, de proteger el patrimonio natural de la región, cual es su relieve, clima, fauna, vegetación, paisaje y riqueza de agua dulce, pues sin esta no hay acueducto ni reservorios que valgan, como de la disposición de las basuras, hoy todo un nuevo y vergonzoso negociado (http://www.semana.com/opinion/articulo/los-nuevos-empresarios-basura/104730-3), que vergonzosamente además contaminan y afean a la ciudad. Como también que se comprometan con preservar las verdaderas tradiciones locales y el patrimonio construido, cuya sistemática demolición es otra gran vergüenza de Cali.
Y, finalmente, que entiendan la urgencia de acometer la educación cívica y social de los caleños para convertirlos en ciudadanos que conciban su derecho a elegir como un deber con su ciudad, educación esta, no convencional, la que es otra vergüenza, que por supuesto redunda en su seguridad, salud, vivienda y trabajo. En su calidad de vida, que es lo que todos los que llegan a Cali están buscando de una u otra manera, pero infortunadamente su benévolo clima y su bello paisaje, que igualmente hay que enseñar a disfrutar, no basta: se precisa además una ciudad segura, funcional, confortable, agradable y estimulante intelectualmente.
Pero sobre todo hay que evitar que Concejales y Alcaldes sean elegidos por esa mayoría que se abstiene (históricamente mas de la mitad de los electores potenciales) argumentando vergonzosamente que no hay por quien votar, pues en este caso lo responsable con la ciudad y sus ciudadanos es votar en blanco. Como se ha reiterado en esta columna, el voto en blanco es una forma de participación electoral tan válida constitucionalmente como el apoyo a un partido reconocido cualquiera. Es como si fuese por un partido más, esta vez por los que buscan en Cali: ciudad y ciudadanos, recoger a todos los opositores a que sigamos eligiendo “a los menos malos”; que vergüenza.