Por P. Héctor De los Rios L.

Vida Nueva

Domingo vigesimo del tiempo ordinario

Proverbios 9, 1-6: «La Sabiduría se ha construido su casa»
Salmo 34(33): «Gusten y vean qué bueno es el Señor»
Efesios 5,15-20: «Procuren conocer cuál es la voluntad del Señor»

Juan 6,51-59 : «El pan que Yo les daré es mi carne para la vida del mundo»

En la primera lectura, la Sabiduría de Dios es presentada como comida para el hombre; como un banquete de pan y vino. Esta imagen se comprenderá plenamente en Cristo, sabiduría encarnada, y su banquete eucarístico, la misa.

Leeremos los logros de esta profecía en el Evangelio de hoy.

La Sabiduría, atributo divino, prepara su banquete y hace sabios a los que comen. Ella es el manjar y el don. Dios que se acerca y se hace Palabra que salva y da vida. Participar en el banquete es llenarse de bienes mesiánicos y estos bienes, o mejor este bien, es fundamentalmente el Amor y llenarse de amor es amar.

Los consejos de San Pablo pueden ser resumidos en uno: «ser juicioso». Eso quiere decir, prever el futuro, ser responsable. Cristo ilumina con su luz la tierra; pero es necesario que nosotros los hombres nos dejemos iluminar por su luz. La única sabiduría del cristiano es tratar de conocer la voluntad de Dios y cumplirla.

Sólo el Espíritu de Dios nos hará sabios y nos inundará de una alegría que revierte en canciones donde comuniquemos a los hombres nuestros hermanos la alegría que procede de Dios.

El Evangelio de hoy es la continuación del discurso de Jesús sobre la Eucaristía como sacramento de vida eterna. Este texto contiene el tema clave de este discurso. Sus puntos principales:

Primero: El mensaje central de Jesús es éste: el que come de mi cuerpo (bajo la apariencia de pan) y toma de mi sangre (bajo la apariencia de vino) tiene garantizada la vida eterna. Por otro lado, el que no come mi cuerpo ni toma mi sangre, por su voluntad, queda cortado de la verdadera vida espiritual ahora, y de la vida eterna en el futuro. Segundo: La promesa y la prueba de la vida eterna es la resurrección. Las palabras de Jesús no significan que no moriremos, significan:

por la fuerza de mi cuerpo y sangre se levantarán de entre los muertos para la vida eterna. Los dos grandes misterios de la cristiandad, Eucaristía y Resurrección, están unidos. Tercero: La vida eterna entregada por el cuerpo de Cristo comienza ahora como la vida del alma, que se llama Gracia. La vida de gracia es la vida de Jesús en nosotros; nosotros, misteriosamente, compartimos su divinidad, su amor y toda su manera de vida.

Algunas preguntas para meditar durante la semana:

1. ¿Cuáles son las motivaciones cristianas que debes tener mientras

participas en la Eucaristía?

2. ¿Qué significa que la Eucaristía es misterio y vida?