El Jodario
Gustavo Alvarez Gardeazábal
Cuando el presidente Maduro salió a remedar a un colombiano bailando cumbia, antes de irse a China a comprar más armas, completó un ciclo de mofas públicas que comenzó llamando asesino a Uribe, paramilitares y contrabandistas a todos los colombianos residentes en Venezuela e inepto al presidente Santos.
Contra esos insultos de meses, nuestro canciller apenas miró con cara de muñeca rusa. Santos creyó que era más rentable políticamente dejar que Maduro insultara a Uribe, esperanzado en que los colombianos le creyeran lo que decía. Y aunque Samper y Unasur apoyaron a Venezuela, se fue a la OEA a que lo derrotaran.
Aceptemos que Maduro nos humilló, nos derrotó y nos quedamos en casa
Por un escrúpulo de humillados, ni Santos ni la canciller ni los Estados Unidos salieron a contar que el pretexto originador del problema en la frontera fue la batalla sorda entre los carteles de militares venecos que se disputan, además de la droga colombiana, el comercio de lo que allá no se puede conseguir en los supermercados.
El embajador en la OEA no habló de ese tema. Santos ni la Holguín tampoco y demoraron una semana en llamar al embajador. Humillados aceptan que los malos somos nosotros porque donde lleguen a decir la verdad al mundo, los ‘guerrillos’ se levantan de La Habana y se esfuman las esperanzas de premio Nobel a Santos.
Si en Colombia hubiese presidente astuto y respondón como sí lo hay en Venezuela, ya habrían roto relaciones, se habrían retirado de la OEA, habrían movilizado tropas en masa a la frontera y nos habría convocado a salir a la calle.
Como no lo hay, aceptemos que Maduro nos humilló y nos derrotó y nos quedamos en casa.
@eljodario