El Jodario

Gustavo Alvarez Gardeazábal

La vertiginosidad que ha adquirido el mundo contemporáneo nos está dejando sin un poco de cosas, que hemos ido dejando de usar o que inevitablemente sabemos que van para el olvido.

Las chequeras apenas las usamos los dinosaurios y en menos tiempo del que creemos dejaremos de usar billetes.

Así fue con las cartas por correo (ahora apenas mandamos paquetes por mensajería) y ya no hay carteros ni habrá papel para escribirlas dedicadamente.

Y aunque todavía haya quien compre y lea mis novelas, aceptemos que se acabarán del todo los libros y las librerías y también los diarios. La sed de conocimiento o de entretención la llenan ahora metiendo el dedo en la computadora y preguntándole a Mr. Google.

Pero también se ha ido acabando la música, no solo la de los cds, sino la que nos manda precontratada por internet.

Cambiaron las melodías por la bullaranga, el ritmo por el ruido y esos son síntomas alarmantes de agonía. Y ni qué decir del arte, ya no pintan para la eternidad, hacen ‘perfomances’ tan fugaces como el Twitter.

Se acaban los teléfonos fijos, como se acabaron las máquinas de escribir, y se nos va a acabar la intimidad. Somos ya unas fichas seguidas por cámaras, ubicables por el chip de los smartphones y por los gustos que tenemos al escoger en internet.

Lo que no sé es dónde nos van a dejar los recuerdos porque ya no se puede oír un long play ni un casette ni pegar la foto en un álbum…Me dicen que en la ‘nube’…

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