El Jodario

Gustavo Alvarez Gardeazábal

En este país donde tenemos la sensación de que la justicia opera selectivamente y que las denuncias contra los altos funcionarios obedecen más a ímpetus de venganza o a limpiezas del camino hacia adelante, la batalla mediática que se ha montado contra el Fiscal Montealegre no solo parece organizada desde la tenebrosa mesa de Juan, sino aupada a su través por la Casa de Nariño.

Las actitudes de Montealegre sobre la paz, pidiendo una asamblea constituyente que Santos y sus aúlicos no quieren dejar pasar y  la impecable  demanda ante la Corte para que se tumbe el exabrupto de la reforma del equilibrio de poderes por inconstitucional, lo tienen en la mira.

Su insistencia en una justicia transaccional que acabe la guerra, perdonando las penas, y su enhiesta posición de denunciar a Maduro ante la Corte Penal Internacional porque sus crímenes contra colombianos nunca serán juzgados en Venezuela, lo volvieron peligroso para el gobierno y sus medios.

Ese acumulado de actitudes coherentes ha abierto las compuertas de las aguas sucias y porque haga o porque no haga, al fiscal Montealegre, lo quieren colocar ante la pared, cortarle las alas y dejarlo minimizado para que no participe en el proceso de cambio que el país requiere.

La engañada que le pegó a él y a La Tadeo y a Valledupar y quien sabe a quién más la señor Natalia Lizarazo firmando como Springuer ha servido para darle más garrote. Ahora le caen por la imputación de aborto a Carolina Sabino  y por los contratos firmados por su oficina. Y cuando llegue el juicio a la Morelli si no recula, se lo compararán con sus contratos y los ávidos de El Nogal tendrán la puntilla en la mano como en las corridas de toros.

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