Por Paloma Valencia Laserna
Senadora de La Republica
 
El Gobierno es hábil; genera espacios ficticios para que los ciudadanos se distraigan de lo esencial. El país se embarca en la discusión en torno a la implementación de los acuerdos; cuántos o cuáles congresistas estarán en la comisión especial o congresito; y deja de lado que hoy no hay acuerdos firmados. No pueden hablar de mecanismos de implementación de lo que no existe, y aún firmado faltaría refrendarlos. Esto será de años, no de meses. El gobierno en su ingenuidad busca de que la generosidad con las Farc saque del letargo el proceso; y en su astucia para las vísperas electorales pretende –otra vez- un construir un ficticio ambiente optimista frente al proceso.

El Gobierno varias veces ha tratado de presionar a las Farc con generosas ofertas llevadas hasta nuestra Constitución; y el mismo tiempo convencer a la opinión pública que estamos a punto de firmar el proceso. El Marco Jurídico para la Paz fue aprobado sobre la sangre de quienes perecieron en el atentado de las Farc contra Fernando Londoño. Mientras ellos nos asesinaban, el gobierno ya les concedía amplias gabelas; en un gesto – decían entonces – de que la violencia no doblegaría la voluntad de paz; y que la paz ya estaba lista. Luego, con el llamado “referendo por la paz” destruyeron los controles que configuraban esa figura. Presionaban a las Farc a firmar pronto, pues había que aprovechar los comicios electorales para obtener la aprobación; y estimulaban a los votantes con la falsa promesa de la paz. Ahora quieren darles más y mayores concesiones a las Farc, irrespetando las propias reglas de que impuso el gobierno de que “nada está acordado hasta que todo esté acordado”, burlando la promesa de refrendación.

Se deben primero firmar los acuerdos, sin pendientes. Luego vendrá la refrendación; hacerle trampa a la refrendación, es hacerle trampa a los colombianos. Se debe garantizar la expresión sincera de los colombianos sobre cada uno de los asuntos pactados. Sólo entonces será posible implementar aquello que el pueblo haya aceptado, respetando el ordenamiento jurídico existente.

El Gobierno y las Farc no logran avanzar en lo importante a saber: si los criminales de lesa humanidad y crímenes atroces van a ir a la cárcel; y si esos criminales tendrán o no representación política. Si se va a considerar el secuestro, la extorsión y el narcotráfico como delitos políticos para burlar la Constitución y lograr la representación política de los violentos.  Si las Farc van a entregar las armas y renunciar a acceder nuevamente a ellas. Si las Farc van a entregar su fortuna – la tercera más grande de los grupos terroristas, para resarcir a las víctimas. Si las soluciones a las dificultades judiciales de las Fuerzas Armadas de Colombia, causadas por  la violación de la garantía constitucional del fuero penal militar estará sujeta a las negociaciones con el narcoterrorismo, insistiendo en tratar como iguales a los héroes de la Patria con los criminales.

Son estos los temas que deberíamos estar discutiendo; sin esos mínimos la negociación – aún firmada – no conducirá hacia la paz.

@PalomaValenciaL