Por Guillermo E. Ulloa Tenorio
Economista de la Universidad Jesuita College of the Holy Cross en Estados Unidos, diplomado en alta dirección empresarial INALDE y Universidad de la Sabana. Gerente General INVICALI, INDUSTRIA DE LICORES DEL VALLE, Secretario General de la Alcaldía. Ha ocupado posiciones de alta gerencia en el sector privado financiero y comercial.
Siempre ha existido una rivalidad territorial entre los Vallecaucanos o Vallunos y los Antioqueños o Paisas. Las dos regiones, tradicionalmente ejemplo de superación provincial, sin las ventajas que otorga el apabullante centralismo bogotano y su potencial poblacional han luchado y generado riqueza, a partir de su laboriosidad y sagacidad empresarial. El ejemplo ha sido reproducido por otras regiones que hoy muestran progreso y desarrollo excepcional como la región Caribe, con Barranquilla a la cabeza, el Oriente, liderado por la pujanza de Bucaramanga y nuestros departamentos cafeteros vecinos.
La lucha que libra el sector azucarero por la reducción arancelaria impuesta por el gobierno nacional en las importaciones de sustitutos ha generado, nuevamente, una unión y solidaridad destacable de industriales, agricultores, gremios, sindicatos y nuestra bancada parlamentaria.
Las razones de buscar una reducción arancelaria en importación de azúcar y edulcorantes naturales fueron lideradas por la industria confitera paisa, a través de la ANDI, pese a que el componente final del producto, apenas impacta el 2% de su estructura de costos.
El gobierno nacional haciendo eco de la iniciativa paisa puso en aprietos a la agroindustria regional, ejemplo de eficiencia, competitividad y generadora de riqueza territorial.
El desarrollo del Valle del Cauca de los últimos cien años se fundamenta en su puerto marítimo y la pujanza del sector, promotor del tejido de ciudades intermedias prosperas de la región.
No tuvieron reparos los funcionarios públicos de turno en dar preferencia al sector industrial confitero y de galletería, tecnológica y técnicamente avanzado con mínima generación en mano de obra en menoscabo de una agroindustria que genera aproximadamente 200 mil empleos directos y supera el millón de empleos indirectos.
Sin embargo el mismo gobierno central, a través de marañas de control y regulación tarifario, no impide que el sector de generación energético, hoy propiedad del notablato antioqueño, se apropie especulativamente del precio de la energía nacional, sin que pase nada.
Sucedan o no fenómenos de cambio climático, la bolsa de energía, mecanismo netamente especulativo, ha decidió no vender a futuro más del 70% de su generación, obligando al comprador adquirir ese 30% con precios artificialmente ajustados. El costo de producción en generación hidroeléctrica, es de lógica, estable y no está condicionado al cambiante precio de su materia prima; el agua que de los cielos cae creando nuestra incomparable riqueza hídrica.
Ahora el mismo gobierno nacional, en su afán de apalancar el déficit por desplome del precio de hidrocarburos, pondrá en venta el mayor generador de energía, ISAGEN, de paso, favoreciendo la región antioqueña.
Dada la coyuntura, el sector azucarero tiene una excelente oportunidad de convertirse en el mayor generador regional de energía, a través de sus plantas de cogeneración y apostar a la compra del embalse de Salvajina, con su componente de generación eléctrica, y su condición inequívoca y razón de ser, la regulación del mayor afluente para la riqueza agrícola del Valle geográfico del Rio Cauca.