Por Paloma Valencia
Senadora de la República
 
En nombre de la paz se ha repartido la mermelada a los politiqueros y el presupuesto de la nación terminó entre las mafias de los contratistas financiadores de campañas. Se crearon nuevos y jugosos contratos para amigos y enemigos en nombre de la paz. Los moralistas de otrora, hoy aceptan todo lo que criticaban, y lo hacen en nombre de la paz. En nombre de la paz se avaló la compraventa de votos, los fraudes electorales, las trampas. En nombre de la paz se estigmatizó a la oposición política, se la persiguió judicialmente, se la trató de enemiga de la paz, de amante de la guerra.

Dejamos de ver los abusos de la tiranía vecina, dejaron de importar los golpes y los encarcelamientos injustos de los líderes políticos, en nombre de la paz. Dejamos de combatir el narcotráfico y volvimos a ser el primer productor de cocaína del mundo, en nombre de la paz. Y en nombre de la paz se perdió la seguridad, se avaló el chantaje de los criminales de tranzar violencia por beneficios y se les otorgó el estatus de estadista a terroristas burdos enriquecidos por el narcotráfico, la extorsión y el secuestro.

En nombre de la paz venimos viendo demoler el edificio de todo lo valioso. En nombre de la paz, pretenden además destruir las instituciones, establecer una dictadura y acoplarlo todo al gusto de los narcoterroristas en cuyas manos han puesto el nombre de la paz.

El acto legislativo para la paz, vuelve a usar la paz para darle poderes por 180 días al presidente, quien con su sola firma hará todas las leyes que las Farc requieran. Y en nombre de la paz, un congresito remplazará al Congreso elegido popularmente y será –según dicen- completado con el nombramiento de delegados de las Farc. Tendremos una constituyente a dedo, donde el sumo poder será el Gobierno en nombre de la paz.  El Congresito será tan solo el notario, que pupitre las reformas del Gobierno. Ya no serán necesario 8 debates para reformar la Constitución, bastarán 3. El congresito solo podrá modificar los proyectos del gobierno con su visto bueno, y las plenarias no podrán cambiar nada, tan sólo aprobar, pues para improbar necesitarán mayorías calificadas. Santos pasará a ejercer la función legislativa además de la ejecutiva que ya tiene, en una dictadura en nombre de la paz.

¿Qué reformas nos traerán en nombre de la paz? ¿Habrá cárcel para los delitos de lesa humanidad? ¿Entregaran las armas? ¿Entrarán a la política los narcos, los secuestradores y extorsionistas? ¿Entregaran el producido económico de sus crímenes? ¿Qué es la paz, sin aquello que están destruyendo?

Nadie lo sabe porque en el nombre de la paz una borrachera colectiva nos enceguece. Avanzamos dando tumbos sin percatarnos que la paz tan deseada y prometida, sólo surgirá de la coherencia en los mensajes a los ciudadanos, del fortalecimiento de las instituciones y del respeto a la ley; cosas que hoy se destruyen en nombre de la paz.