El Jodario
Por Gustavo Álvarez Gardeazábal
Por andar el país discutiendo si lo de La Habana era mejor que lo de Ralito o que sin Anncol ya tiene listo el paredón para ajusticiar uribistas o si el rector Henao redactó la nueva constitución para juzgar a Uribe en el tribunal internacional que se inventaron, el país se olvidó de la magnitud e importancia del viaje del Papa Francisco.
No porque el ya cansado papa argentino cojea en todas las ceremonias y deja la mano derecha quieta mucho rato debajo de los ornamentos, ha perdido una pizca del atrevimiento que tuvo como cardenal Bergoglio en la Argentina.
Pero como ahora quien lo ha oído no es la presidente Cristina sino Obama y la Merkel y el Secretario General de la Onu y la capital del mundo, el papa se la fajó regañando al congreso gringo para que no insista más en la pena de muerte o a la Onu para que los países ricos no aprieten más el cinturón de países como Grecia, porque los asfixia.
No sabe uno, desde esta convulsionada Colombia que está construyendo una paz para poder hacer otra guerra, si las palabras del papa Francisco van a calar en los oídos de los poderosos o se quedarán como las epístolas de la biblia, que solo las siguen leyendo en las misas católicas porque en las cristianas apenas leen los salmos.
Pero que tenemos papa, lo tenemos, y que no pierde oportunidad de influir, lo sabemos. El acuerdo entre Castro y Obama, o el estrechón de manos de Timochenko con Santos, no estuvieron lejos de su manera directa de presionar a los que se encuentran separados.
Ojalá que termine también reuniendo a Santos y Uribe para que detenga esta guerra que se nos avecina de nuevo.
@eljodario