El Jodario

Por Gustavo Álvarez Gardeazábal

La Corte Suprema de Justicia se tomó muy en serio su papel frente al inminente post-conflicto y las concesiones que deben darse en materia de justicia a las guerrillas que firmen el pacto para reintegrarse a la vida civil.

En sendas determinaciones, los magistrados de la Corte Suprema resolvieron decretar que el narcotráfico no es conexo con rebelión. En otras palabras que se abre el campo para que no se acuse a los combatientes de las FARC de  narcotraficantes por el hecho haber sido alzados en armas.

Y como si fuera poco lo anterior, la Corte Suprema decidió, en un acto más polémico, pero que les redime el camino a muchos a quienes tienen en capilla desde hace más de 8 años esperando una condena, que haber recibido ayuda de los paramilitares para campañas políticas no obliga a pensar que tales políticos son paramilitares.

Muchos juicios que se llevan actualmente deberán o precluirse o cambiar de orientación si la ley lo permite, y aun hasta revisarse los fallados, pero para que la justicia no vuelva a ser selectiva, valdría la pena que la Corte en su ímpetu de recular, estudiara los casos de Joselito Guerra y de Kiko Becerra.

A ambos los protegieron las cortes internacionales pidiéndole a la colombiana que revisara sus juicios y por arandelas o disculpas legales, no se ha hecho. Sería una estupenda oportunidad de decirle al mundo que las determinaciones de los organismos  universales si se acatan en Colombia. Y, de hacerlo, una opción de revisar ese exabrupto de delitos autónomos y conexos conque implementaron la legislación penal para poder aplicar normas retroactivamente.

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