Por Manuel Tiberio Bermúdez

En medio del aplauso del público, los 23 grupos baile que participaron en el “Mundialito” como parte de la programación del X Festival Mundial de Salsa, Cali 2015, realizaron un desfile por el Paseo de la Avenida Colombia.

La alegría manifiesta de  chicos y chicas, la vistosidad del vestuario, el entusiasmo con el que estos muchachos  asumen su rol de bailarines, prendieron los aplausos mucho antes de iniciar con su presentación en la tarima, ubicada a un costado del Parque de los Poetas y como testigo la imponencia de la Ermita, icono de Santiago de Cali.

Los 23 grupos entre los que participaron tres invitados de fuera de la ciudad: Buga, Popayán y Cartagena, ofrecieron un espectáculo que provocó el aplauso de la gente y el reconocimiento a las capacidades, como danzarines, lo  que desde ya se les augura unas carreras exitosas en el mundo del espectáculo.

Este Mundialito, es un festival, que dejó de ser competencia,  y en el que los distintos grupos muestran sus conocimientos y el progreso en el aprendizaje que vienen realizando con las diferentes escuelas.

El bombero musical

Como parte del espectáculo causó gran admiración la agrupación musical “Son dieciocho”,  en la que los chicos estuvieron en la mira de los asistentes. Esta agrupación ya tiene reconocimiento del público caleño que los ha visto tocar en otros escenarios como la Feria de Cali.

Hablamos con el pianista, Juan Sebastián Santa Vélez, un niño de 10 años que al preguntarle por su quehacer musical dice: “llevó 5 años en la orquesta y no solo toco el piano, también toco la mayoría de los instrumentos”  Sobre su futuro ya tiene claridad: “Quiero ser pianista profesional –dice- para ayudar a mi familia, en especial a mi mamá”.

Otro chico que destacó en el grupo fue el maraquero. Por momentos parecía que las maracas eran más grandes que él, pero la destreza con ellas hacían que pronto se olvidara esta impresión. Se llama Sebastián Cambindo y tiene tan solo 7 años de edad. Toca las maracas aunque asegura “también me gusta tocar las congas, los bongoes, el timbal…ahí estoy aprendiendo, dice”.

A mi pregunta de qué le gustaría ser cuando esté más grande, olvida su rol, se le iluminan los ojos y responde: bombero. Yo le digo: “y si va a ser bombero, para que la música”…se queda en silencio, no sabe explicar aun que en su alma de niño el sueño es ser bombero y no músico, lo que ahora hace por diversión. “Yo le doy la respuesta: “o es que quiere ser un bombero alegre y musical”, sí, me dice riendo.

“Sebas”, como se presentó al preguntarle su nombre, está más interesado en un regalo que la organización le hizo luego de su trabajo en tarima, que en mis preguntas de adulto indagador. Entiendo esto y lo dejo jugando con su obsequio.

Fue una noche especial la que ofrecieron estos muchachos que ya empiezan a andar por el camino de los aplausos y el reconocimiento y no porque sean niños sino porque son buenos en lo que hacen.