Por Luz B. Jiménez/Pablo Borrero

Muchas son las propuestas que van y vienen sobre la movilidad, la seguridad, la educación, la vivienda, etc., que plantean los candidatos a la Alcaldía durante los debates que hasta ahora se han adelantado en la ciudad en diferentes foros; pero ninguna en particular que contenga una concepción integral y coherente sobre un nuevo modelo de ciudad más funcional, verdaderamente incluyente y con mejores perspectivas para el desarrollo y bienestar de los caleños que ya no confían en sus gobernantes, ni creen que las soluciones a los graves problemas se puedan resolver con medidas coyunturales e improvisadas como la que recientemente fuera suspendida en materia de movilidad en el par vial del sur de la ciudad.

El hecho real es que la forma de dirigir y administrar la ciudad, no obedece a ningún plan sustentado en estudios serios y objetivos, sino en la voluntad y el capricho de una administración que ante el fracaso de ciertas medidas ha terminado responsabilizando del mismo a los ciudadanos sin que exista ninguna razón para ello.

Y así como en todo lo demás, no existe una concepción de lo que se debe hacer para sacar adelante a la ciudad del caos en que se encuentra. Lo más grave es que los candidatos a la Alcaldía tampoco poseen una noción clara y precisa sobre el modelo de ciudad que se necesita y que desean todos los caleños. Por el contrario, los candidatos en términos generales no tienen una propuesta acorde con las necesidades e intereses comunes de los caleños, siendo partidarios de mantener e impulsar un modelo de ciudad basado en la economía de servicios, en desmedro de la posibilidad de promover su industrialización como alternativa fundamental para la creación de empleo estable, crecimiento y desarrollo de la producción de bienes y servicios derivados de la producción industrial.

Tampoco se discute a nivel de los candidatos sobre el presente y futuro de la renovación urbana en el centro de la ciudad y si para tal efecto se aplicará la valorización o se financiarán las obras de infraestructura con vigencias futuras que conllevan a un mayor endeudamiento de las finanzas públicas.

Algunos candidatos hablan así mismo de introducir nuevas modalidades de transporte como el aerobús, el tren ligero o de cercanías, sin decir cómo se financiarán tales medios de transporte.

Igualmente los candidatos plantean la necesidad de realizar una reforma administrativa, sin aclarar si mantendrán la actual contratación pública y la nómina paralela existente en todas las dependencias de la administración que consumen buena parte del presupuesto municipal, ni se comprometen a devolverle a EMCALI el manejo y control de la operación y la comercialización de los servicios públicos, hoy en manos de operadores privados.

Ninguno de los candidatos tiene una propuesta seria sobre el manejo y recuperación del espacio público, las plazas de mercado y centros deportivos y de recreación entregados a particulares a través de las concesiones y alianzas público privadas.

Por otra parte, nada dicen de los desplazados y reinsertados que se quedarán definitivamente en la ciudad y frente a los cuales existe un silencio de parte de los candidatos. En relación con el post conflicto tampoco existen propuestas ni previsiones para afrontar dicha situación y mucho menos en materia de desarrollo rural a propósito del plan “Colombia Siembra” del gobierno nacional, tendiente a garantizar la producción agrícola, la seguridad alimentaria y el asentamiento de los campesinos, en razón de la extensa área rural que hace parte del municipio de Cali.

Finalmente habrá que decir que ninguno de los candidatos se ha comprometido a consultar previamente a los ciudadanos sobre la ejecución de todos aquellos proyectos e iniciativas de interés general en materia de infraestructura vial, renovación urbana, expansión de la ciudad, redensificación urbana, mantenimiento del espacio público, acordes con el Plan de Ordenamiento Territorial y si además dichos planes implicarán el cobro de gravámenes a todos los contribuyentes.

Dada la crisis por la que atraviesa la ciudad y ante la ausencia de una concepción clara y coherente de la misma de parte de los candidatos(as) aspirantes a la alcaldía de la ciudad, los caleños tienen el deber moral y político de votar masivamente en blanco como la mejor opción electoral y de no abstenerse en votar dejando que otros decidan por ellos. El voto en blanco ayuda a materializar en acciones las aspiraciones y deseos de cambio de las actuales condiciones de vida de los caleños en lo económico, político, social, administrativo, urbanístico, ambiental, fiscal, como una forma de construir democracia y Estado con arreglo a un nuevo tipo de relaciones sociales más justas, equitativas e igualitarias contrarias a las existentes caracterizadas por su forma antidemocrática y excluyente impuestas por las clases dirigentes que tradicionalmente han manejado la ciudad y que de alguna manera se mantendrán con algunas excepciones con la mayor parte de los candidatos que hoy aspiran a ser elegidos alcalde(sa) de la municipalidad.

VEEDURIA CIUDADANA POR LA DEMOCRACIA Y LA CONVIVENCIA SOCIAL

El Control Ciudadano Sobre la Gestión Pública es Condición Indispensable para el Ejercicio de la Democracia y la Convivencia Social