Por Guillermo E. Ulloa Tenorio
Economista de la Universidad Jesuita College of the Holy Cross en Estados Unidos, diplomado en alta dirección empresarial INALDE y Universidad de la Sabana. Gerente General INVICALI, INDUSTRIA DE LICORES DEL VALLE, Secretario General de la Alcaldía. Ha ocupado posiciones de alta gerencia en el sector privado financiero y comercial.
Los ingentes esfuerzos de la Secretaria de Transito en aliviar el inmanejable flujo vehicular que se genera en el sur de la ciudad nuevamente colocaron en evidencia el colapso de la infraestructura vial de la ciudad. Este complejo problema urbano cotidiano no es atribuible al Secretario de Transito, quien responsablemente ha tratado de dar solución.
Lamentablemente, la administración Guerrero, en su ocaso, deja aún sin resolver ni ejecutar algunas obras que la ciudad requiere, contemplados en el Plan de Ordenamiento Territorial.
Las soluciones viales de la Calle Trece (Pasoancho) y Autopista Simón Bolívar con Carrera 100 son inaplazables. La intersección vial del cruce a Puerto Tejada, con recursos de la nación y con cargo a regalías, por tratarse de una vía nacional, tampoco avanzaron en su administración. La continuidad de la Avenida de los Cerros o Circunvalar de sur a norte, enfrascada en la problemática predial al norte del proyecto en la Carrera 80, sumada a la incapacidad financiera del contratista encargado, Vías de Cali S.A.S. (Vergel y Castellanos), decretada en el paquete de las 21 mega obras de la ciudad, tampoco fue exigida por su gobierno y funcionarios.
Deja a la próxima administración el inaplazable reto de resolver este primer nudo gordiano iniciando urgentemente procesos de diseño y contratación de obras de vital importancia, para soportar el mayor flujo vehicular que la ciudad ha generado en los últimos años.
A la situación actual se ahonda la problemática cuando el mismo POT, buscando la densificación hacia una ciudad compacta, liberó alturas de las edificaciones. Es así como en la Comuna 22, despliega un segundo nudo gordiano al colapso vehicular que nos ocupa, cuando se inician y promueven proyectos de edificios residenciales entre 12 y 18 pisos de altura.
El mercado residencial muestra que agotada la disponibilidad en Valle del Lili y Bochalema, las unidades a ofertar deben ser similares, entre 120 y 180 metros cuadrados, en una zona tradicionalmente concebida y fácilmente vendible como “exclusiva”.
Se encuentran en trámite y en proceso de promoción aproximadamente 30 torres de edificios, los cuales fácilmente generarían 1350 unidades nuevas, más de 4000 vehículos y 7000 nuevos residentes que impactarán la zona en los próximos tres años.
Ante esta inminente realidad recae responsabilidad a la administración no tener prevista la infraestructura necesaria y requerida para este nuevo desarrollo residencial y comercial.
La zona carece de alcantarillado pluvial. El alcantarillado de aguas residuales no fue diseñado, ni previsto para estos índices de ocupación y construcción. La subterranización de redes eléctricas es indispensable, tanto por las precipitaciones tormentosas como la arborización de la zona. Y tristemente, la infraestructura vial diseñada para una unidad residencial en lotes de 3000 metros cuadrados, es diametralmente diferente a la que se requerirá con la nueva proyección poblacional potencialmente multiplicada 54 veces.
El reto de resolver los dos nudos gordianos generados es prioridad de la próxima administración.
@geulloa