Vida Nueva

Por P. Héctor De los Rios L.

La Humanidad plenamente realizada

Apocalipsis 7, 2-4; 9-14: «Vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar»
Salmo 24(23): «Éstos son los que buscan al Señor»
1Juan 3, 1-3: «Veremos a Dios tal cual es»

San Mateo 5, 1-12a: «Estén alegres y contentos porque su recompensa será grande en el cielo»:

Juan, en el Apocalipsis, describe la visión de la muchedumbre de elegidos. En la Historia bíblica, el final nos permite comprender el sentido de las diversas etapas. Esta última etapa, indescriptible para los mortales, se llena de comparaciones, visiones, imágenes y simbolismos.

Juan narra unos acontecimientos de lucha y prueba de la Iglesia de forma encubierta, aludiendo a situaciones concretas y presenta cuadros del futuro, que darán la paz y la serenidad a los atribulados, a la vez que les sirvan de acicate para continuar en el mundo con la batalla de la fe.

Los elegidos de la tierra aparecen entre las fuerzas destructoras, detenidas por los servidores de Dios. La salvación viene de Oriente de donde sale el so!. El sello indica pertenencia y protección. El número de marcados es simbólico de perfección y totalidad.

La suerte de los elegidos, alcanzando la victoria, se simboliza por la túnica y las palmas, victoria y salvación que se debe a Dios. Juan nos presenta una clave de interpretación histórica que es válida para todos los tiempos.

Somos hijos de Dios a la espera de la gloria final en Cristo. Juan escribe su primera carta ante algunas crisis de la comunidad: abandonos, negación de la divinidad de Jesús, no dar importancia al amor al prójimo. Por ello insiste en el amor a Dios y al prójimo. Somos hijos por haber nacido de Dios, aceptando la luz de Cristo. Somos hijos al participar de la filiación de Jesús. Al final habrá una realidad que nos transformará; Pablo dirá que es una nueva creación. No se ve qué vamos a ser, pero sí algo grande que iluminará nuestro presente.

El Evangelio describe el estilo de vida que debe animar al creyente en el mundo. Posiblemente las bienaventuranzas fueron concebidas por Cristo como fórmulas breves de tono profético que anunciaban la llegada del Reino que Isaías había previsto, donde los pobres, afligidos y hambrientos quedarían beneficiados con la salvación mesiánica. Con Cristo han llegado esos tiempos y los privilegiados del Reino serían los señalados en ellas. (Ver comentarios en Guión/13). Las bienaventuranzas no son fantasía o consuelo, freno o resignación; son inconformismo y voluntad de transformar la realidad. Aluden a hombres activos que adoptan posiciones justas y en eso está ya su dicha.

Algunas preguntas para reflexionar:

1. ¿Qué es para mí la santidad?

2. ¿La creo posible para mí?

3. ¿Qué busco en la devoción a los santos?