No se votó por la paz, como ahora anuncia el pretencioso gobierno, se votó por amistades locales, por prebendas económicas y burocráticas, por presiones y mucho menos por ideas o propuestas. Son unas elecciones dolorosas, que en muchos casos cuestionan nuestra democracia. Sin embargo, salió Santos, como ya es costumbre, a hacer anuncios históricos sobre la trasparencia y la tranquilidad de las elecciones. No comentó sobre los miles de pesos incautados, y circulantes para compra de votos. Tampoco dijo nada del soldado asesinado en Antioquia, ni los 12 héroes masacrados en Boyacá. No se dijo de los dos buses quemados en el Chocó, ni los disturbios en Lejanías y Mapiripan en el Meta; tampoco los problemas en Bolívar, Santander, las quemas de sedes de la Registraduría en Cauca y Magdalena. Así que todo trascurrió dentro de la mayor tranquilidad, dijo el Gobierno.
Las Farc delinquen con el brazalete del ELN y el Gobierno enceguecido –o de mala fe- insiste en que la tregua se cumple. El ELN hace méritos para recibir el tratamiento de impunidad y premios que le han prometido a las Farc; no hemos firmado y el estímulo al crimen empieza a mostrar su cara. ¿Y tan pronto se inicie el proceso con el ELN entonces que organización asumirá el liderazgo en el crimen?
Mientras tanto en el Congreso se avanza en la destrucción de Estado de Derecho en beneficio de los terroristas, con el acto legislativo para la paz. Oigo a Juan Manuel Galán hablando de perdón y de justicia restaurativa. Lo oigo diciendo que la justicia punitiva es menos importante. Me pregunto por qué su familia pasó años buscando y persiguiendo judicialmente a los criminales de su padre ¿será capaz de pedir que cese el proceso contra Maza Márquez? ¿Será capaz de aceptar que Santofimio Botero quede libre y vuelva a la política? ¿O aquella receta es para los colombianos de las regiones, para los hijos de quienes no son figuras políticas?
Insisto en una solicitud que hiciera al inicio de este proceso: Juan Manuel Santos, Humberto de la Calle, Sergio Jaramillo y los otros negociadores deben firmar un compromiso de que no se irán del país; que se quedarán a vivir las consecuencias de todo lo que están destruyendo.