Conversión y exilioVida NuevaPor P. Héctor De los Rios L.Domingo II de Adviento. – diciembre 6 de 2015Para quien se interese por la poesía Baruc es una fuente inagotable precisamente por ser un creyente poeta; hijo espiritual de Isaías a quien recuerda para referirse a los judíos de la dispersión (diáspora) quienes sienten profundamente su exilio de Jerusalén (Is 40-49). No es un plagio sino un préstamo para hacer una profesión de fe para validar las promesas de Dios en el exilio de Babilonia: así es un homenaje a Isaías: “Dios ha ordenado que se abajen todas las montañas y todas las colinas, rellenar todos los valles hasta aplanar la tierra; para que Israel camine seguro ante la gloria de Dios; los bosques y los árboles fragantes le darán sombra por orden de Dios Porque el señor guiará a Israel en medio de la alegría y a la luz de su gloria, escoltándolo con su misericordia y su juicio”(Primera lectura).LA PALABRA BUSCÓ A JUANEn aquella época, porque no es fácil detallar la cronología en la tradición oral fue dirigida una palabra de Dios a Juan, quien había tomado distancia del templo de Jerusalén para invitar a sus hermanos a la conversión por el bautismo. Juan pone su predicación, como Baruc, a la sombra de su gran mentor Isaías quien anunciaba en el exilio la fidelidad de Dios y el retorno a la tierra prometida: “vosotros retomaréis el camino del retorno” (Is 40). Habría que hacer entonces una ruta en pleno desierto, rectificando los senderos, rellenando los valles, rebajando las montañas y colinas, allanando los caminos ásperos. Todo esto era laborioso por lo difícil y penoso por lo físico; pero era peor la carga moral que representaba para los deportados los trabajos forzados de cada año en las fiestas del rey pagano Marduck; en cambio en el desierto era permitir que el Señor encabezara el retorno triunfal a Jerusalén no solo para los exiliados sino para que todos nosotros veamos la salvación de Dios.Lucas, dice que “la Palabra de Dios vino sobre Juan en el desierto”, lugar del mínimo vital que se convierte en verdad existencial; y no en el templo de Jerusalén ni los amplios espacios del imperio romano. Con razón el desierto fue sitio ideal para la experiencia fundamental del “Bautismo” punto de partida del perdón y la conversión como máxima cercanía del Mesías. Juan Bautista fue el que inventó el bautismo antes de Jesús. La conversión de adviento para la navidad se relaciona más con la liberación del exilio que con las faltas consuetudinarias que llevamos a la confesión.Entender esto hace parte de la conversión. La conversión de adviento no es un problema exclusivamente moral o religioso; es un cambio de mentalidad para allanar los caminos con el fin de retornar de nuestros destierros sociales, políticos, de justicia y salud, empleo, vivienda, estudio o cultura. Permitámosle a Dios que allane los caminos para que sea posible retornar de nuestros destierros; así lo hizo Dios con Israel liberándolo con todo cuanto significaba el exilio en Babilonia (a.C. 570-539)REPARTAMOS BIEN EL TIEMPOSi le quitáramos medio tiempo a la elaboración del pesebre, al arreglo del templo o de las casas para dedicarlo a mirar el camino interior, el itinerario que se debe recorrer para que Jesús nazca en nuestro corazón; encontraríamos ante todo que nuestro interior no está en paz, que estamos llenos de prejuicios para identificar al Mesías con los pobres y hacer una navidad desde ellos y con ellos más que para ellos. La deuda de los creyentes en navidad crece y aumenta más que el endeudamiento externo del país. Nos encontraríamos también con que tenemos parroquias e instituciones pero no comunidades donde él puede nacer en familia; que nos gusta más la conversión de cuaresma porque la de adviento y navidad ya nos parece imposible por haber vendido nuestro interior o alquilado el corazón a otros dioses, ideologías, o al consumismo religioso navideño. Es nuestro este aviso: “no hay sitio para Él en el albergue”. Uncategorized