Normas Por Benjamín Barney Caldas Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle. Ha sido docente en Univalle y la San Buenaventura y la Javeriana de Cali, y continua siéndolo en el Taller Internacional de Cartagena, de los Andes, y en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en Caliescribe.com desde 2011.Del latín “norma”, que quiere decir escuadra, es la regla que se debe seguir o ha que se deben ajustar las conductas, tareas, actividades, etc., dirigida a la ordenación del comportamiento humano, prescrita por una autoridad y que generalmente impone deberes y confiere derechos, y cuyo incumplimiento puede llevar a una sanción. Y que son para el beneficio de todos, es decir para su convivencia, se supone: para poder vivir en compañía de otros. De ahí que el derecho de uno termina donde comienza el de los demás.Mas en este país y sobre todo en esta ciudad, muchos se contentan con que parezca que se cumple la norma, para evitar multas o demandas, mas se olvidad de que realmente beneficien a los que se supone que deben favorecer. O son tan enredadas que se vuelven interpretables generando corrupción, la punto de que pareciera que aquí ninguna buena acción queda impune, como lo recuerda uno de los personajes de La forma de las ruinas, 2015, la última novela de Juan Gabriel Vásquez.Cali, por ejemplo, ha cumplido con la norma que le indica que tiene que actualizar su plan de ordenamiento territorial, POT, pero a nadie parece importarle que no se pueda aplicar en cerca de una tercera parte de la ciudad pues está en otros municipios con sus respectivos POT. Pero tampoco que cerca de otra tercera parte tampoco se pueda aplica pues esta en el piedemonte y las normas sobre construcción del POT fueron “pensadas” sólo para lotes planos, por lo que las que se refieren a altura mínimas simplemente no operan obligando a hacer trampa para poder construir, lo que ha llevado a la “norma” de que se hacen unos planos para las Curadurías Urbanas y otro para la construcción.Pero lo mas grave es que lo mismo se hace con los proyectos técnicos que se presentan y cuyo cumplimiento rara vez se verifica posteriormente, y que en el caso de los diseños estructurales solo se sabe que no se cumplió con las normas cuando el edificio colapsa. Y eso, pues tiene que ser grande y causar muertes para que se le pareen bolas. Como es el caso del edificio de Medellín del que no se volvió a saber nada del talentoso ingeniero dedicado a minimizar las exigencias de las normas, con mucha técnica pero tal vez con poca ética, pues con mucha frecuencia son exageradas, contradictorias o ambiguas.Otro ejemplo son las “muelas” que quedaron a la vista en las ciudades colombianas desde cuando a inicios del siglo XX se comenzó a aplicar la norma de retroceder los paramentos para ampliar las calles. No se beneficio a nadie pero en cambio se perjudico a todos a volver irremediablemente feas las calles al romper su regularidad en paramento y alturas, pues las nuevas construcciones siempre son mas altas, que es lo que le da su particular belleza a cualquier calle en cualquier ciudad y no la sumatoria de la belleza de cada uno de los edificios que las conforman, ni siquiera en París.Así las cosas, en este país las normas han vuelto caóticas las ciudades y el comportamiento de los ciudadanos en ellas, pues tratándose de su movilidad (que no la de las ciudades, pues hasta en eso la norma arranca mal) la falta de normas claras, contundentes y cumplibles es lo existente. Circular por la derecha es un decir, parar en los pares para que, seguir los carriles un imposible y como lo es que los peatones caminen por los andenes pues los carros se estacionan en ellos y además suelen se estrechos, irregulares y con huecos y obstáculos varios. Uncategorized