Por: Carlos Alberto Yépez
Basta escuchar al secretario de fomento y competitividad de la Ciudad para darnos cuenta de que, efectivamente, “le va muy bien”. Esta respuesta es muy típica de funcionarios que durante su período en una dependencia pública de importancia, satisfacen su necesidades de índole económica/social/laboral y aprovechan el tiempo (corto pero sustancioso) para lograr objetivos personalísimos y abrirse trocha en el intrincado mundo de la política, olvidándose, eso sí, de sus obligaciones, encomendadas por quien lo eligió para representarlo.
Pero a la Ciudad, al sector productivo, a las empresas que se supone son el eje de su Gestión ¿les va igual de bien? La respuesta es fácil de adivinar, basta visitar los empresarios y escuchar sus problemas para entender que se encuentran solos y a la deriva. Nunca encontraron en esta secretaria un apoyo real, una ayuda especial ni un conocimiento efectivo de sus sempiternos problemas.
Nuestra experiencia y trabajo de campo nos obliga a pensar en los enormes esfuerzos que realiza el sector productivo- llámese empresarios- avanzando y gestionando su devenir histórico… en solitario, con recursos y esfuerzos propios, con tesón y pasión por lo que hacen, en una Ciudad que poco o nada se preocupa/ocupa por entenderlos/apoyarlos.
Tenemos el derrotero, el plan estratégico: la Agenda de competitividad gestionada por la Cámara de Comercio de Cali, durante la Presidencia del Dr. Domínguez y de la Gobernación del Valle (la Alcaldía brilló por su ausencia), instrumento que orienta y prescribe el norte del sector productivo. Tenemos el camino trazado, el tema era implementarlo. Como siempre, implementar la estrategia es la parte más difícil, es aquí donde el recurso humano, privado y público, se articula para lograr los objetivos trazados. Es aquí donde se esperaba que el Municipio, en cabeza de su secretaria de fomento y competitividad, nombre que evidentemente le quedó grande al encargado actual, fomentara “la competitividad y el desarrollo empresarial”, formulando proyectos productivos que articularan el sector público con el privado, jalonando recursos del Gobierno nacional/local y recursos propios… sin embargo no ha existido ni lo uno, ni lo otro. Sufrimos de ausencia total y su gestión ha sido invisible.
No hay mucho tiempo ya (estamos ad portas de concluir el mandato del Alcalde actual). El inexorable correr de los meses obliga a repensar el tema para el nuevo Alcalde/secretario de esta dependencia y de la Ciudad. El nuevo burgomaestre tendrá como reto, en primer lugar, nombrar a un funcionario competente y que al finalizar su mandato esté en capacidad de espetar a viva voz:
“a la Ciudad, y al sector productivo, les va muy bien, en términos de fomento y desarrollo empresarial, por tanto: a mí me va bien también”.