El espiritu del Señor está sobre miVida NuevaPor P. Héctor De los Rios L.III domingo del tiempo ordinarioEvangelio san Lucas 1,1-4;4, 14-21El Evangelio de este domingo cuenta con dos partes: La primera, el prólogo (1, 1-4), en donde nos detendremos para conocer un poco sobre el Evangelio que nos acompañará durante este ciclo C y, la segunda, el comienzo del ministerio de Jesús, gracias a la presencia del Espíritu sobre Él (4, 14-21). En el prólogo los autores de la época presentan los elementos principales de su obra: „ Intención: Para el autor es claro que su Evangelio no es el primero en ser escrito y que su contenido no es una historia ordinaria, sino Historia de Salvación, es decir, ver todo lo que nos sucede dentro del plan de Dios (v. 1). Además, este prólogo deja notar lo cuidadosa que ha sido la construcción literaria del Evangelio, una obra ordenada, bien hecha y sobre todo en búsqueda de la verdad (v. 4). „ Autor: La expresión “según nos los transmitieron…” (v. 2) deja claro que él no es un discípulo directo de Jesús o alguien que haya tenido un contacto directo con el Maestro, por lo que puede ser un cristiano de la segunda generación ya que dice que lo que sabe lo ha recibido de testigos oculares, lo cual nos ayuda a ubicar este Evangelio aproximadamente entre los años 80 y 90 d.C.- Destinatarios: El autor del Evangelio y de los Hechos de los Apóstoles escribe a Teófilo (v. 3) de quien no sabemos nada, por lo que normalmente se habla de una referencia simbólica a cada uno de los seguidores de Cristo: se refiere a ti o a mí como “amigo/s de Dios” que es lo que traduce la palabra teo-filo que proviene del griego. Los inicios del ministerio de Jesús en el Evangelio de Lucas(Lc 4, 14-21), a diferencia de los otros evangelistas, nos invitan a descubrir la acogida que tenía en algunas personas la predicación de Jesús en Galilea por su mensaje esperanzador. En Mateo y Marcos el énfasis se encuentra en la pregunta: “¿Quién es este?”; este Evangelio lo explica en los versículos que siguen al texto que hoy meditamos (vv. 22-30), que son la continuación de este relato y que meditaremos el próximo domingo. De esta manera, la presencia del Espíritu Santo sobre Jesús (v. 14), funciona como un hilo conductor que enlaza el comienzo de su ministerio con el bautismo, su constante predicación en distintos lugares (v. 15) y el cumplimiento de la profecía de Isaías 61 (vv. 18-21), que es una de las primeras confirmaciones directas de Jesús como el Mesías esperado. La misión y vocación de Jesús no es algo nuevo, sino una muestra más de la fidelidad de Dios a las promesas hechas a su pueblo por medio de los profetas. Así, Jesús mismo nos presenta la importancia de la relación entre la Palabra de Dios y la presencia del Espíritu Santo. La venida de Jesús en medio de nosotros tiene un objetivo claro: llenar del amor de Dios al mundo y dar esperanza, con una especial predilección por aquellos más necesitados: los pobres, los presos, los ciegos y los oprimidos. Es decir, que el “querer de Dios” está en aquellos a quienes el resto de la humanidad normalmente da la espalda. Los creyentes estamos llamados a mantener la mirada “fija en Él” (cfr. v. 20), al igual que quienes escuchaban su predicación.En este Evangelio descubrimos el importante papel que juega el Espíritu Santo, Él es el inspirador de la obra de Lucas, que se empeñó por descubrir la verdad y escuchó el testimonio de quienes conocieron a Jesús para dar a conocer esta buena noticia a todos los pueblos. Así mismo, Jesús, el ungido, el Hijo de Dios, en quien reside el Espíritu Santo, es impulsado por él a cumplir la misión de salvación. Es por eso que hoy te invitamos a entrar en una relación más cercana con este Espíritu que nos ha consagrado desde el Bautismo, por el cual fuimos hechos hijos e hijas de Dios y que nos conduce a realizar las mismas cosas que Jesús: “llevar la buena noticia a los pobres; anunciar libertad a los presos y dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a anunciar el año favorable del Señor.” San Juan Pablo nos dice: “El Cuerpo místico de Cristo, su Iglesia, en su itinerario a través de los tiempos, es impulsado por el Santo Espíritu. La Iglesia ilumina la historia con el fuego ardiente de la palabra de Dios y purifica los corazones humanos con el agua que brota de ella (cf. Ez 36, 25). Así, se convierte en «el pueblo unido en virtud de la comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo» . En esta comunión con el Dios uno y trino, todo bautizado tiene la posibilidad de vivir bajo «la ley del Espíritu, que da la vida en Cristo Jesús» (Rm 8, 2). El cristiano, guiado por el Espíritu, entra en el «espacio espiritual» en donde se entabla el diálogo con Dios. Las preguntas que el hombre se plantea son, realmente, los interrogantes que Dios mismo suscita en su interior: ¿de dónde vengo? ¿Quién soy? ¿a dónde debo ir? Queridos hermanos y hermanas, ustedes son los interlocutores de Dios. Desde que son cristianos por el bautismo, Dios les ha adoptado en Cristo como sus hijos e hijas. Sean conscientes de su elevada dignidad. No desperdicien este gran privilegio.