Exigencias de la conversión cristianaPor P. Héctor De los Rios L.Vida NuevaPrimer domingo de cuaresma Deuteronomio 26, 4-10: «El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte» Salmo 138(137): « A sus ángeles te encomendará para que te guarden» Romanos. 10, 8-13: «La Palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón»San Lucas 4, 1-13: «El Espíritu lo iba llevando por el desierto»Cuaresma es un tiempo de conversión: aunque la Gracia y total liberación del mal son un regalo, que no podemos tener sin vaciamos a nosotros mismos de falsas riquezas y valores. Conversión, en el último sentido, es para liberamos a nosotros de valores falsos que nos esclavizan; así podemos crecer de acuerdo a los verdaderos valores concedidos por Cristo.El autor deuteronomista lo ve todo a la luz de la «Alianza». Israel es el Pueblo de la Alianza. Y todo israelita debe responder a sus exigencias y empapar su vida de fe religiosa.La Ofrenda a Dios de las «primicias» de cosechas y rebaños tiene este sentido religioso: La Tierra Prometida es propiedad de Dios. Dios la ha regalado a su Pueblo. En reconocimiento del Señorío de Dios y en agradecimiento a su dádiva le presentan todos el tributo de las Primicias. Y este acto ritual va acompañado de una plegaria vibrante de fe y de amor.Para San Pablo, el Cristiano debe vivirla en la fe en Cristo-Señor, el Hijo enviado por el Padre para nuestra salvación: el camino de Salvación, único para todos, judíos y gentiles, es la Fe en Jesús-Señor; es decir, en la divina Filiación de Cristo: Jesús es el Mesías, es el Hijo de Dios, es el Señor. A esta fe va vinculada la Salvación: «Todo el que invocare el nombre del Señor se salvará» (v. 13). El núcleo de la Fe cristiana es la Divinidad de Cristo Jesús. Y el fundamento, su Resurrección: «Porque si con tu boca confiesas que Jesús es el Señor, y con tu corazón crees que le resucitó Dios de entre los muertos serás salvo» (v. 9).En la escena de las «tentaciones» resume la catequesis primitiva los muchos intentos que hizo Satanás para desviar a Jesús. Jesús, a quien siempre guía el Espíritu (v. 1), Siervo-Hijo obediente al Padre, es Mesías en obediencia, pobreza, dolor, expiación y muerte. Jesús, a la primera tentación que es de facilismo y comodismo, contrapone su docilidad y obediencia al Padre. A la segunda tentación, que es de orgullo y ambición contrapone el deber de honrar y adorar únicamente al Padre. A la tercera tentación que es de éxitos fáciles y de exhibiciones vanas, responde Jesús con la aceptación serena del divino beneplácito. Cualquier Mesianismo que se aparte de esta línea no está inspirado por Dios, sino por Satanás.Algunas preguntas para pensar durante la semana1. Piensa en tres ejemplos de tu vida corriente en la cual tú vives de acuerdo al Evangelio.2. Piensa en tres ejemplos en los cuales todavía no actúes de acuerdo al Evangelio.