La paciencia de DiosPor P. Héctor De los Ríos L.Vida NuevaTercer domingo de cuaresmaÉxodo. 3, 1-8a: «"Yo soy" me envía a ustedes»Salmo. 103(102): «El Señor es compasivo y misericordioso»1Corintios.. 10,1-6.10-12: «El que se cree seguro, ¡cuidado! no caiga»San Lucas. 9, 28-36: «Si no se convierten, todos perecerán del mismo modo»El libro del Éxodo narra un relato del encuentro dé Moisés con el verdadero Dios, el Dios de sus Padres. La escena de la zarza es fundamental en la Biblia y en la fe de Israel y de la Iglesia. El cariño y la misericordia de Dios están siempre presentes; el compromiso de Dios por la liberación de los oprimidos está siempre presente. Cuaresma es el tiempo de la experiencia de la misericordia y liberación de Dios. El Dios de los padres toma la iniciativa de liberar a su pueblo, y llama a Moisés como gran mediador de esta proeza. No tiene un «nombre» como si fuese uno más de los dioses perfectamente identificables por sus «nombres». Su «nombre» se revela por su presencia personal al lado de su pueblo, por su poder sobre todo, por su misericordia y por la fidelidad a las promesas hechas a los padres.La plegaria del salmo es una meditación y una alabanza al Señor que se ha manifestado a Moisés y, por él, al Pueblo. El elemento esencial es su misericordia, entendida como fidelidad a sí mismo en el amor creador para con los hombres, y su ternura para con la obra de sus manos. Es bueno recordar las palabras de Jesús: «Sean misericordiosos como lo es En el pasaje de la Carta a los Corintios Pablo nos recuerda que el cariño y la misericordia de Dios tienen una contrapartida: la indiferencia y el egoísmo de los hombres. La reflexión del apóstol es un magnífico nexo entre las escenas del inicio del Éxodo (1a lectura) y las advertencias de Jesús sobre el modo de vivir los acontecimientos de cualquier tiempo(Evangelio). En el contexto cuaresmal, repleto de lectura bíblica, la exhortación apostólica subraya la seriedad con que debe escucharse la Palabra de Dios, sacando de ella Finalmente, en el evangelio, Lucas trata de la misericordia de Dios en su dimensión de paciencia. Cristo llama a la conversión, nos urge a la conversión, porque sabe muy bien que la conversión coincide con nuestra verdadera liberación, humanización y felicidad. Los textos de Lucas subrayan destacadamente la invitación a la conversión y a la misericordia de Dios.Jesús, como después el apóstol (cfr. 2a lectura), muestra que los acontecimientos -no sólo los de la historia, sino cualquier otro- deben ser leídos como una llamada de Dios a la conversión.Jesús nos invita a saber leer los signos de los tiempos a la luz de la fe, y a mirar, ante todo, cómo está la propia vida, antes de mirar y juzgar -con frecuencia implacablemente- la vida de los demás. Los demás no son los «malos» a quienes les sobrevienen las desgracias, y nosotros los «buenos» que tenemos la vida asegurada… Todos, sin excepción, tenemos necesidad de ser salvados, de ser perdonados… Todos necesitamos estar en conversión permanente, si no queremos fracasar.Con todo, Jesús es extremadamente paciente con las conversiones retrasadas y poco probables. Espera una y otra vez, año tras año, como lo muestra la parábola de la higuera.Aquí Dios está dispuesto a ofrecer su gracia y continúa trabajando en las personas, cuando muestran algún signo de buena voluntad.Algunas preguntas para pensar durante la semana1. ¿Cuál es mi idea de Dios? ¿Creo en un Dios misericordioso y cariñoso?2. ¿Mis motivos para evitar el mal y hacer el bien, incluyen mi respuesta al amor y misericordia de Dios? ¿Hasta dónde?