Análisis político: El exorcismo del Concejo*RedacciónPara usar un término religioso, tan apropiado por estos días de Semana Santa, el Concejo de Cali debe exorcizarse. La corporación necesita sacar de sus entrañas algo maligno que se resiste a abandonarla: su mala imagen.En el estudio del proyecto de facultades solicitadas por el alcalde Maurice Armitage para adelantar la reforma administrativa del Municipio, que fue muy discutido y finalmente fue aprobado, se dijo de todo de la corporación y de sus miembros. Cada vez que un concejal cuestionaba la iniciativa o pedía explicaciones o más información sobre ésta a la administración municipal automáticamente se decía que estaba presionando por puestos y contratos y en algunos casos hasta se llegó a decir que estaba pidiendo plata.Caliescribe consultó a fuentes que participaron en la concertación del proyecto, miembros de gabinete como también con concejales cercanos al alcalde y constató que no hubo tales solicitudes por parte de los cabildantes, es decir que los concejales se quedaron con el pecado y sin el género, todo por cuenta de la mala imagen que arrastra la corporación.Las malas prácticas aplicadas en otras épocas en la corporación siguen presentes en la mente de la clase política y de la opinión pública, que le sigue cobrando por lo que hicieron aquellos concejales que aprovecharon sus facultades para extorsionar y recibir dádivas de los alcaldes.En la historia del Concejo de Cali se encuentran casos de personajes que con un solo periodo en la corporación pasaron de vivir en un barrio de clase media a tener costosas casas en Ciudad Jardín. Tanto así que en el mundo político dicen que es suficiente un periodo en el Concejo para ser rico.Pero así como ha habido concejales pícaros, también ha habido honestos, que han llegado a la corporación a trabajar por la ciudad y no a buscar negocios. Los miembros de los gabinetes de los alcaldes, se encargan de señalar a los cabildantes transparentes y honestos, los pedigüeños y los que intimidan con proposiciones, cartas y citaciones, buscando contratos o decisiones con implicaciones económicas. El reto de los concejales actuales, la mayoría de los cuales son nuevos, es desprenderse de ese lastre, y eso solo lo lograrán con un trabajo serio, independiente, sintonizándose con las necesidades y el querer de los caleños. Ya hay varios cabildantes interesados en mantener su honorabilidad y transparencia en la relación con el gobierno municipal. No se trata de decirle sí a todo lo que el Alcalde les pida sino de tener la suficiente independencia para respaldar las buenas iniciativas y cuestionar y frenar aquellas que por convicción y con base en estudios y argumentos consideren negativas para la ciudad.