Por Carlos Alberto Yépez

La intención de este escrito es reflexionar sobre el concepto que tiene el imaginario productivo y el imaginario educativo, que la Academia, entendida como las institución educativa, y la empresa, entendida como el sector productivo, no trabajan en equipo, no comparten el mismo objetivo, hablan diferente idioma, funcionan con distintas velocidades y, por ende, no existe un desarrollo económico y social mancomunado, que permita lograr los objetivos propuestos como País, como Región y como sectores productivos.

Esto requiere que cada una de las instituciones, incluyendo el sector Gobierno, compartan sus competencias, definan sus roles y administren sus saberes, orientados a mejorar la calidad de vida de la población que reside en un ámbito espacial, que hoy compite con el mundo. Un territorio que se ha convertido en el referente actual en un escenario donde los Países compiten, pero a través de sus regiones y en éstas las empresas, que son los lugares donde se asientan y, por ende, son el verdadero lugar que tiene la responsabilidad de competir con modelos de negocios innovadores e híper-competitivos en el nuevo escenario global. (De hecho, en la comparación de competitividad que realizan los diferentes entes supra-nacionales encontramos que la mayoría de países buscan el mismo objetivo, ser mejores. Es imperativo, entonces, aprender a competir de la mejor manera: La unión universidad-empresa es una de las mejores formas de hacerlo).

El sector productivo y la academia, habitualmente, comparten algunos proyectos utilizando las alianzas y los contratos de suministro. Lo curioso de esta simbiosis, es que está claro que cada una de ellas se necesitan, como la “semilla necesita la tierra para prosperar” como el “corazón requiere de los pulmones para funcionar”, sin embargo, en la práctica, la “brecha” que ha existido, existe y que queremos contribuir a cerrar, se puede palpar, se siente, existe, es una realidad que no podemos soslayar. Cada una de estas instituciones señala como responsable a la otra, sin entender que el problema se está definiendo desde una óptica subjetiva/parcial que en nada contribuye a solucionar tal dilema/problema.

La pregunta a hacer sería: ¿Qué debemos hacer para que el diálogo y la velocidad de cada una funcione coordinadamente con el objetivo de mejorar las competencias del sector productivo, que en últimas es quien sostiene la Sociedad?

La estrategia actual, el nuevo escenario mundial, obliga a que toda institución, sea cual fuere, debe medirse en relación con los estándares fijados por los líderes de cada industria. Nuestro País, ostenta indicadores interesantes sobre el ajuste entre oferta educativa y la demanda empresarial (Informe IMD 2007), y la percepción para Colombia es relativamente positiva frente a los países de la región, ocupando un honroso tercer lugar. Si revisamos el mismo informe en lo relacionado con la transferencia de conocimientos de la Universidad a la empresa, estamos al nivel de Países como Chile y por debajo de Irlanda.
Lo anterior puede servir de algún consuelo, sin embargo si continuamos de esta manera, no seremos capaces de lograr la verdadera transformación productiva propuesta por el plan 2019, y la visión al 2030, para Colombia que se ha propuesto el Consejo Nacional de Competitividad.

La pregunta a hacerse sería: ¿Cómo generar la oferta educativa y las destrezas laborales requeridas para la transformación productiva de Colombia?

Creemos que Las políticas educativas (y de desarrollo de destrezas laborales) deben hacer parte de una estrategia integral dirigida a aumentar la competitividad.

Esto implica que las instituciones educativas, el sector productivo y el sector Gobierno trabajen unidos, apuntándole a construir una visión compartida de País.

El gran reto es lograr un cambio sustancial en la demanda de destrezas laborales y de recursos humanos estratégicos en las empresas. Destrezas que de seguro se obtienen en las Universidades, y en general en el sector educativo, que atentos a los requerimientos de este salto productivo en que se encuentra inmerso nuestro País, deben modificar sus planes de estudio y sus metodologías de enseñanza, de manera permanente para satisfacer las verdaderas necesidades de sus clientes.

La región del Valle del Cauca, al igual que todas las regiones de mundo, se encuentra inmersa en un profundo proceso de globalización. Este nuevo contexto mundial está impulsando cambios dramáticos en las estructuras del sector productivo y, de igual forma, en las necesidades de formación de su talento humano. Lo anterior plantea una gran oportunidad y, a su vez, una exigencia de las instituciones de la Región para trabajar mancomunadamente, unidos, orientando su labor a desarrollar todo el potencial que ambas instituciones tienen hacia el verdadero desarrollo del ser humano, en una época en que la verdadera ventaja competitiva de una Región y sus empresas está en el conocimiento de su gente.

La competencia sin límites, las estrategias de región a nivel nacional e internacional, implican que existen grandes retos, pero igualmente enormes riesgos, que si no son afrontados bajo el concepto del liderazgo colectivo y del trabajo en equipo, se tendrá, a mediano plazo, consecuencias negativas, derivadas de los bajos niveles de productividad, y por ende de competitividad, que presenta el recurso humano no calificado.

La competitividad no es una opción, es un requisito perentorio de los Países y de las Regiones. Como referente en este tema, podemos mencionar al Dr. Peter Druker, quien en uno de sus escritos afirma: “ninguna institución, sea una empresa, una Universidad, un Hospital, puede sobrevivir y mucho menos tener éxito, si no está a la altura de las prácticas fijadas por los líderes del mercado en su sector, en cualquier parte del mundo (Management Challenges for the 21st Century).
La globalización es un proceso que obliga permanentemente a las empresas a ser cada día más productivas y desarrollar en su talento humano la verdadera ventaja competitiva. Es muy importante redireccionar, y en algunas de ellas cambiar de tajo, prácticas de gestión gerenciales y tácticas que no son aplicables al contexto actual. Tradicionalmente, nuestros empresarios se han caracterizado por su empirismo, el manejo de los temas basados en su intuición y su falta de preparación en competencias pertinentes para el entorno actual; Competencias que les permitan orientar sus organizaciones hacia un rumbo que no respeta la desconexión con sus clientes y con su mercado actual y futuro.

Una de las variables a trabajar para mejorar esta situación es propender por la verdadera articulación que debe existir entre la academia y la empresa, divorcio que actualmente imposibilita que los egresados de programas de pregado, postgrado, Maestría e incluso Doctorados, cumplan con las expectativas que tiene el sector empresarial, lo cual limita su desarrollo en términos de realizar una verdadera innovación en la dirección y un verdadero manejo del conocimiento de su Recurso humano.

En este sentido debe ser una verdadera preocupación de ambos sectores- el académico y el empresarial- el mejorar ostensiblemente el diálogo de saberes, la articulación, el cerrar la “brecha”, la velocidad individual de respuesta que actualmente ostenta cada una, orientadas a lograr que el talento humano obtenga un verdadero desarrollo integral, acorde con las exigencias de un mundo que no respeta la ineficiencia.

De acuerdo con los estudios y las investigaciones realizadas por la CCC (Dirección del área social año 2005), los empresarios y directores de recursos humanos de las empresas “centran sus expectativas en la formación de un recurso humano que tenga competencias de tipo conductuales muy desarrolladas, y en especial que provean a las organizaciones la capacidad de resolver problemas, tomar decisiones en situaciones complejas, mejorar el ambiente laboral, trabajar en equipo y mejorar la productividad por medio de la innovación en procesos” .

En los dos grupos de empresas investigados, los empresarios asumen una posición bastante crítica frente al sistema educativo. Podemos colegir hoy, con base en las investigaciones propias que hemos realizado y en el conocimiento adquirido en ambos ámbitos de aprendizaje, que ni los empresarios ni las instituciones académicas tienen el “knowhow1” para mejorar dicha situación de “confrontación” ideológica.

Sin embargo, somos muy optimistas en el sentido que se observa una clara intencionalidad de ambos sectores en acercarse, en mejorar la comunicación, y dar solución conjunta a la actual situación.

Así, y de acuerdo con el planteamiento que hemos realizado, el proyecto de investigación que queremos plantear en la Maestría de Educación de la Universidad De San buenaventura, es profundizar en el conocimiento de cuál sería la ruta correcta para lograr que el dialogo entre academia y sector productivo fluya productivamente y, a su vez, permita desarrollar una metodología que permita, en un mediano plazo, su implantación para bien de la región vallecaucana.
Las características de la sociedad actual, y tal vez la del futuro, es y será una sociedad donde impere el conocimiento. Hoy no existen fronteras, el conocimiento viaja a la velocidad de la luz y es asequible a todos. La educación formal y la educación para el empleo y el trabajo son de fácil adquisición. El potencial de éxito es igual al potencial al fracaso. Todo lo anterior implica que la sociedad debe ser altamente competitiva y las instituciones que proveen estos servicios también, llámese como se llamen: Empresas, Universidades, Empresas de Salud, Constructoras, sector Gobierno.