Una fuente de amor y misiónPor P. Héctor De los Rios L.Vida NuevaTercer Domingo de Pascua Hechos 5,27b-32.40b-41:-: «Testigos de esto somos el Espíritu Santo y nosotros» Salmo 30(29): «Te ensalzaré, Señor, porque me has librado» Apocalipsis 5,11-14: «Digno es el Cordero degollado de recibir el poder y la alabanza»San Juan 21, 1-19: «Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio; lo mismo el pescado»El mensaje de los Hechos de los Apóstoles es muy rico. Destacamos algunos puntos significativos: los Apóstoles muestran gran valentía y atrevimiento cuando enfrentan a las autoridades, en agudo contraste con la actitud que tenían antes de la resurrección de Jesús. Ahora están llenos de la fuerza de Jesús resucitado. Por otra parte, los Apóstoles no ahorran ocasión de predicar su convicción en la resurrección de Cristo y en su gracia liberadora.La predicación apostólica no es únicamente obra de hombres; es la manifestación del don del Espíritu Santo. Ambas realidades proceden de Cristo: los Apóstoles fueron escogidos y enviados por Jesucristo, y el Espíritu Santo ha sido otorgado por el Resucitado. Con esta doble acción -la de los Apóstoles y la del Espíritu- se construye la Iglesia.Los Apóstoles, maltratados por el nombre de Jesús (1a.lectura) estaban contentos (¡alegría!). Así se sentían plenamente en comunión con el misterio pascual de Jesús. Este misterio y nuestra participación en él, es la clave de interpretación de las palabras del salmo 30: paso del llanto a los gritos de alegría.Hoy la revelación de Juan es sobre la gloria celestial de Cristo resucitado. Cristo está simbolizado por "el Cordero que fue sacrificado". Queriendo decir que el Cristo celestial, el único Cristo que ahora existe, mantiene sus mismas actitudes y misión que cuando vivía en su vida terrena.En el evangelio de San Juan, una vez más Cristo resucitado se reúne con los Apóstoles, para enseñarles -e igualmente a nosotros- algo importante para su cristianismo. La enseñanza se da sobre todo a través del diálogo entre Jesús y Pedro. (Recordemos que Pedro había negado a Cristo la noche de la pasión: «Pedro, ¿me amas?… Sí, tú sabes que te amo… Entonces apacienta mis ovejas y ¿Qué aprendemos de este diálogo? Aprendemos que nosotros a Jesús le interesamos, sobre todo, por nuestro amor y amistad, no tanto por nuestras faltas y fracasos. Aprendemos que ser cristiano es seguir a Jesús, tratar de imitarlo por amor. El cristianismo es Jesús que nos pregunta cada día si lo amamos, y es seguirlo de acuerdo con eso.Y también aprendemos que la mejor prueba y la mejor manera de seguir a Jesús es «atendiendo sus ovejas»". Es decir, trabajar con Jesús en la Iglesia por la salvación de los demás. En otras palabras, el seguimiento de Jesús nos compromete a ser misioneros de su Evangelio para que, en El, todos tengamos VIDAAlgunas preguntas para pensar durante la semana1. ¿Ponemos la esencia del cristianismo en el amor a Cristo y a los demás, o sólo en ceremonias externas?2. ¿Qué hago yo para atender las ovejas del Señor? Uncategorized