De esos ya no hayEl JodarioPor Gustavo Alvarez GardeazabalEsta tarde, cuando se echen al agua del rio Bugalagrande las cenizas de Humberto González Narváez, habremos puesto punto final al periplo del mas culto y el más humanista de todos los gobernadores que tenido mi Valle.De esos ya no hay. A una muy temprana edad llegó al servicio público, mas no cayó jamás en las garras de la burocracia castradora y mientras más vivió, más leyó y más cátedra de sabiduría y servicio a sus coterráneos nos dio.Por donde pasó dejó una estela circundada por gente agradecida a quien les dio la mano, les impulsó sus esperanzas o les brindó luz en la oscuridad .Muchos de ellos, sobrevivientes del paso de los años, o sus hijos o sus nietos, estarán seguramente acompañando conmovidos el adiós ceremonial que se le rendirá en la Basílica de Buga. Allí deberían llegar, si estuvieran vivos, sus compañeros de batallas a favor de Gilberto Alzate Avendaño o los incondicionales seguidores de Misael Pastrana. A todos les brindó su generoso apoyo ya fuera con los miles de votos que representaba o con sus servicios a favor de las causas en que coincidían.Discreto en su caminar. Menudo en su figura, conocía los más recónditos vericuetos de su tierra valluna que gobernó en dos ocasiones. Sabio en distinguir los sabores de la cocina del terruño, hacía gala a la hora de manteles de distinguir los sabores que Maria Engracia, su madre y Libia, su tía, enmarcaron para siempre en los paladares de quienes saboreamos sus platos.Amigo irrestricto. Conciliador de diferencias. Hizo de su sapiencia un cayado para brindar apoyo al ignorante y corrección a tanto desquiciado que pretendió amargarle su vida. Ministro o gobernador, senador o embajador, fue siempre el Dr Humberto y a él fuimos buscando sapiencia.