Por Benjamín Barney Caldas
Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle. Ha sido docente en Univalle y la San Buenaventura y la Javeriana de Cali, y continua siéndolo en el Taller Internacional de Cartagena, de los Andes, y en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en Caliescribe.com desde 2011.
muy estrechos por lo que los peatones se ven obligados a caminar por las calzadas
Tal parece que en Cali no son el “sitio destinado para andar“ que dice el DEL, o al menos no sólo para eso, como debería de ser. En los de aquí hay de todo: carros, ventas fijas, talleres, gente durmiendo en el suelo, colas para entrar a alguna parte, o vados y rampas para entrar a los garajes, muchos de ellos verdaderas trampas, y en San Antonio, y en general en la ciudad, son muy estrechos por lo que los peatones se ven obligados a caminar por las calzadas, y son, con los motociclistas, el mayor número de muertos en los mal llamados accidentes de tráfico (muchos se deben es a la ignorancia de los que conducen, caminan y diseñan las calles, y mejor decir tránsito por lo de “narco”).
Por otro lado, en San Antonio y el Centro Histórico, al que debería pertenecer e integrar un solo Plan Especial de Manejo y Protección, PEMP, ampliar y regularizar sus minúsculos andenes llevaría a que los carros visitantes sólo se pudieran estacionar en las calles suficientemente anchas, como la Carrera 5ª, o en los parqueaderos existentes, y por supuesto sería necesario hacerlos en sus extremos, principiando por uno bajo parte de la Colina de San Antonio, como ha sido ya propuesto, antes de que demuelan más casas para ello, como vergonzosamente ya pasó en el Centro Histórico, del cual solo resta su traza del siglo XVI, unos pocos edificios del XVII al XX y un par de casas de mediados del XIX.
No tener carros estacionados todo el tiempo en todas las calles, colaboraría decididamente a que el barrio mantenga su carácter principalmente residencial y no termine lleno de restaurantes, bares y oficinas, como pasó en Granada, los que son causantes, de una u otra manera, de la mayoría de los incumplimientos a las normas vigentes, cuando no evitables torpezas debidas a la ignorancia de lo que significa cultural, social y económicamente un sector histórico. De hecho los mayores clientes de sus diversos establecimientos son turistas extranjeros que se desplazan en bicicleta o caminando principalmente; es decir que igual precisan de andenes y no de estacionamientos.
hacer un piloto similar al que se hizo en el Parque del Perro en San Fernando, ocupando con mesas y bancas los sitios de estacionamiento, para ver como funciona todo sin los carros encima
De ampliar los andenes ya se ha hablado suficiente más nada se ha hecho, por lo que la sugerencia de la Subsecretaria de Patrimonio de la Secretaría de Cultura de Cali, arquitecta Sandra Becerra, es muy oportuna: hacer un piloto similar al que se hizo en el Parque del Perro en San Fernando, ocupando con mesas y bancas los sitios de estacionamiento, para ver como funciona todo sin los carros encima. Y a partir del mismo, proceder a la ampliación de los andenes de las calles más representativas, como la Carrera 6ª, y poco a poco recobrar un barrio peatonal para sus habitantes permanentes y los visitantes a los locales que haya, que entiendan el placer de caminar por sus calles.
No se trata de que no exista ningún restaurante o bar, o de que no haya almacenes y oficinas, sino de que no sean la mayoría y estén preferiblemente en las esquinas, como ya se ha propuesto en la columna ¿Ciudad? de El País y en Caliescribe.com. Sin duda son necesarios para la animación del barrio y servicio a sus habitantes, como en cualquier sector urbano que de verdad sea una ciudad, las que están definidas por sus calles y estas por sus andenes y estos por los que caminan por ellos, los que con frecuencia se saludan.
Vecinos que deberían canalizar sus propuestas y denuncias a través de la Junta de Acción Comunal y la Fundación Vecinos de San Antonio, FUNVESAN.