Barrios con espacios públicos y equipamientos colectivosCarlos E Botero RHay innumerables casos de topofilia en ciudades como Cali que se expresan por sobre todo en las acciones colectivas de residentes, casi siempre propietarios, o de ciudadanos que de verdad sienten su ciudad.es tema permanente y manifiesto de quienes habitándolo, expresan su dolencia, su defensa y su proyecciónSi fuese del caso establecer una clasificación o algún grado de topofilia a escala de barrio y a escala de ciudad podría proponerse una gradación desde la alta y manifiesta, hasta la absolutamente negada, pasando la que está latente y es potencial.Para el caso de Cali, San Antonio representa la escala más alta por cuanto es tema permanente y manifiesto de quienes habitándolo, expresan su dolencia, su defensa y su proyección. Pero este es un caso excepcional y lleno de paradojas. Excepcional porque no hay ningún otro en la ciudad que tenga tanto reconocimiento e identidad, todo lo cual parte de que es un barrio habitado y sus habitantes, la mayoría de ellos propietarios, se hacen personeros de su propio destino.En la escala opuesta está el bodrio de Bochalema y todos, sin excepción, los proyectos de planes parciales de la zona de expansión sobre el corredor Cali-Jamundí. Una repetición en serie de encerramientos urbanos, llamados unidades residenciales, proyectados sobre un trazado regular que divide el área entre conjuntos de edificios multifamiliares y vías para circulación vehicular, lejos muy lejos de ser o llegar a ser verdaderas calles y mucho menos barrios de ciudad.la identidad entre residentes de un barrio y el espacio público compartido, calles y parques integrados para la construcción efectiva de ciudadEn la mitad de la escala se encuentran barrios de diferentes sectores y estratos socioeconómicos, originados en distintos períodos del desarrollo urbano de Cali en el siglo XX, que por sus características morfológicas guardan las condiciones básicas para el desarrollo de algo que es latente, la topofilia. Ejemplos: varios sectores del barrio Salomia, donde aún residen sus habitantes originales; barrios como Villa Colombia que poseen un conjunto de espacios públicos y equipamientos colectivos situados en su centro geométrico y en dirección transversal al eje de la calle 52 que conecta a la carrera 15 (troncal del MIO) con la carrera 8, eje del Corredor Verde (potencial de diseño urbano que muchos proyectistas envidiarían); Popular o José Antonio Galán con una estructura de trazado que envuelve su parque y que parece isla con relación a las congestionadas carreras 1 y 5; el Manuel María Buenaventura, comparable al anterior y que padece los efectos de lo que algún día creyeron mejoraría su entorno, con la implantación en su único parque central de un puesto de salud que lo enajenó. En fin, puede hacerse un listado de al menos cien de los 325 barrios (Cali en Cifras 2015) donde hay claros indicios de que existe o se pueden dar condiciones para un verdadero desarrollo urbano a partir de identificar la topofilia, en últimas la identidad entre residentes de un barrio y el espacio público compartido, calles y parques integrados para la construcción efectiva de ciudad a partir de sus componentes estructurales básicos, los barrios.Un reflexión final: Jane Jacobs en su reconocido libro Muerte y Vida de las Grandes Ciudades, remite al barrio la escala de la posible recuperación urbana. Aunque su análisis se refiere a ciudades estadounidenses, aplican a nuestro caso el valor de las eternas células urbanas, los barrios.