Probar y probar, hasta último momento probar. A Colombia se le acabó el año probando, a los nuevos y a otros no tan nuevos. Venció a Ecuador en el último partido del año, 1-0, pero no lo hizo con el once de gala, que anda diezmado, sino con un equipo mezclado, inesperado, hasta sorpresivo; un equipo para arrojar las últimas opciones, las últimas luces, porque ya no hay tiempo para más pruebas, ya es hora de que queden las certezas.

Hubo varios cambios, sin Mina, sin Cuadrado, sin Muriel (por decisión médica). Carlos Queiroz apostó por otros nombres que buscan hacerse sonoros, los Lucumí, los Mendoza, los Alzate… Y en esa mezcla, con nuevos y antiguos, con los que se afianzan y los que recién aparecen, sobresalió Mateus Uribe, que fue el motor del equipo, el encargado de marcar las pausas y los avances, el que lanzaba los gritos de batalla, el que pedía y entregaba, el que hizo el gol.

Uribe recibió un pase de Stefan Medina y no falló. El primer tiempo ya se acababa, iban 42 minutos, y fue una fortuna que llegara ese tanto que alivia. Colombia había hecho más que Ecuador, con mucha presión, con apertura de la cancha, construyendo sociedades, con Luis Díaz y Mendoza bien abiertos, con movilidad, con Stefan atacando más que Fabra. Lo de Colombia no era ninguna maravilla, pero al menos no pasaba sustos en la defensa. Tuvo a su rival controlado. Morelos había fallado una opción inmejorable de gol, y su remate se lo desvió el portero; Uribe ya había intentado un par de veces, Mendoza también, pero pateaba sin fuerzas. Faltaba el gol.

Así que llegó un tiro de esquina, Stefan controló en el segundo palo y vio que su mejor socio, el socio de todos, estaba libre, Mateus, y le dio la pelota y el volante definió, 1-0, un alivio, un respiro, con ese gol solitario Colombia ganó.

Otra vez le faltó a Colombia, otra vez jugó sin saciar las expectativas. Porque otra vez le faltó gol y claridad contra un rival menos claro y con menos gol, y que sin embargo terminó pateando todo lo que pudo,  aprovechando unas inexplicables grietas en la mitad. Solo que ahora Colombia sí generó un poco más que contra Perú, quizá por las mismas libertades que le dio el rival. Le siguen faltando la sorpresa, la genialidad, le siguen faltando los que le pueden dar sorpresa y genialidad. 

El año se terminó para la Selección y menos mal se ganó, para que la motivación no se derrame después de tanta prueba. Lo que viene ya no será para probar, sino para competir. La hora de la verdad. El resultado de tanta prueba. Será la hora de las certezas.