Carlos Armando Cuervo Jiménez
Emprendedor y empresario con formación en Ingeniería Industrial
La ambición política, el deber de sostener audiencias o aumentar rating, la necesidad de alcanzar el fervor público para alcanzar resultados electorales y políticos, ha llevado a líderes de opinión y políticos a favorecer y explotar la tergiversación de entrevistas, declaraciones, documentos escritos de entrevistados y de adversarios ideológicos.
Nuestros avances tecnológicos en comunicaciones admiten que circule información falsa o carente de soporte y de escrutinio, lo cual permite manosear a la multitud y conducirla hacia resultados predeterminados.
La campaña presidencial de Estados Unidos actualmente es la fehaciente prueba de estos inmorales comportamientos, en donde el presidente candidato tergiversa la realidad con el fin de favorecerse él y a sus oscuros intereses.
De igual manera actualmente hay toda una gran confusión en el mundo occidental por unas declaraciones del papa Francisco en torno a fomentar la merecida protección legal para parejas del mismo sexo. Este discurso sacado de contexto origina un debate sin precedentes frente a un tema sensible como es el matrimonio de parejas de homosexuales y la adopción de chicos por estas células familiares.
Leyendo al biógrafo del Papa logra uno aclarar que desde su época de cardenal en Buenos Aires, Bergolio defendía la protección legal civil para estas parejas en temas como sucesión, derechos pensionales y servicios médicos, como a otras unidades familiares, mas no soluciones en contra de las proclamas de la iglesia Católica, consignadas en el antiguo testamento o las cartas de San Pablo.
Esta situación en particular afecta de mala manera a la feligresía porque lanza un mensaje ambiguo del que se aprovechan los detractores del catolicismo. Esperemos que los dos órganos oficiales de comunicaciones del Vaticano despejen pronto cualquier malentendido al respecto.
Ahora como la técnica de desinformar o distribuir noticias con verdades a medias da tan buenos réditos para sus autores intelectuales, en nuestro país obviamente es una práctica recurrente sin ser exclusiva de los bandos en disputa. Tanto la izquierda como la derecha utilizan esta herramienta de manipulación sin miramientos éticos, y a sabiendas que incrementa la polarización, con más sangre y muertos.
Y alcanza todos los niveles de la sociedad, desde lo parroquial, lo regional hasta lo nacional. Y justo la realización de la famosa Minga por parte de las comunidades indígenas del Cauca es el ejemplo actual.
En procura de deslegitimar sus denuncias y reclamos a los indígenas se les ha señalado como terratenientes por poseer según datos del IGAC mas o menos el 30% del territorio de Colombia, eso sí omitiendo que al menos el 80% de ese territorio corresponde a páramos protegidos, parques nacionales y reservas forestales en donde por ley está totalmente prohibido las actividades agrícolas y ganaderas productivas.
Por ejemplo en el departamento del Cauca de una extensión total de 3´089.775 hectáreas los cabildos son dueños de 382.024 hectáreas y solo el 28.2 es apto para el desarrollo de actividades agrícolas.
En los otros casos estas áreas están en su gran mayoría en la Guajira, Vaupés, Vichada y Amazonas, cubiertos de selva virgen, sin vías de acceso y claro en áreas protegidas a la intervención humana deforestadora.
Esta información que está a la luz pública tras algunas búsquedas en los archivos de instituciones como INCODER, IGAC y las agrupaciones de cabildos son ignoradas conscientemente por medios de comunicación, líderes políticos y de opinión y hasta docentes de prestigiosas universidades.
Claro resulta sumamente explosivo denunciar a los indígenas como improductivos y acaparadores de la tierra en Colombia, aunque realmente son solo dueños de miles de hectáreas improductivas por su uso protegido, la ubicación y la pobreza de los suelos que se transformarían en totalmente infértiles, al perder la selva que los protege.
Así mismo se ha limitado y manipulado la información referente al incremento de la violencia relacionada con los nuevos cultivos, laboratorios y rutas de exportación de la coca, propiedad de los mexicanos, al punto que hemos confirmado amenazas a la movilidad en las zonas rurales de Jamundí y en los últimos días en Quibdó con el anuncio por parte de estas bandas de un toque de queda.
Vivimos en una época de auge tecnológico pero contradictoriamente más primitiva a nivel sociológico, porque priman los comportamientos reptilianos.
Finalmente se cosechará lo que se ha sembrado.