La conmoción tras el “hallazgo positivo”, como lo informó la Federación Colombiana de Tenis, de Robert Farah causó una nueva revolución en el deporte local y ahondó más en el tema de la lucha contra el dopaje.
A Farah se le encontró en el examen tomado el pasado 17 de octubre la sustancia boldenona, un esteroide anabólico derivado de la testosterona que aumenta la retención de nitrógeno para favorecer la producción de proteínas musculares.
Por tratarse del campeón del torneo de dobles de Wimbledon y el US Open, y del hombre que junto con Juan Sebastián Cabal terminó de primero en el escalafón del tenis en el 2019 en esa modalidad de este deporte, es que el dopaje volvió a ser el centro de polémicas.
Pero no ha sido el único caso que ha conmocionado al deporte colombiano. El país deportivo ha sido víctima de una problemática que incluye al tráfico, distribución y consumo de sustancias que son señaladas como prohibidas en el código de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA).
Los ‘positivos’ han acabado con carreras de deportistas, con patrocinios y con equipos completos, debido a un problema que no se ha podido controlar en el mundo.
Farah, como el ciclista Fabián Puerta, que dio positivo en el 2018 con boldenona, se defiende de sus resultados adversos culpando a la ingesta de carne contaminada. Tras el tema de Puerta, el Comité Olímpico Colombiano (COC) expidió una comunicación en noviembre de ese año en la que alertaba de la presencia de la boldenona en el ganado vacuno del país.
Sin embargo, los expertos consultados por EL TIEMPO confirmaron que no es fácil demostrar la inocencia de un deportista positivo con boldenona por comer carne. “Todos se agarran de ahí, pero es complicado probar que por el consumo de carne se presenta la sustancia en la muestra”, dijo el médico de ciclismo Camilo Pardo.
Cabe decir que frente a la posibilidad de que la boldenona interfiera en las muestras de dopaje, el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) y el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) presentaron el año pasado al entonces Coldeportes un informe que demuestra que es mínima la presencia de la sustancia en las muestras tomadas en las fincas ganaderas.
Sin embargo, Julio César Aldana, director del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima), aclaró: “La carne que circula en el mercado lícito no tiene riesgos potenciales o reales de presencia de anabolizantes que puedan afectar la salud humana”.
Deyanira Barreto, gerente general del Instituto Agropecuario (ICA), señaló: “Es importante aclarar que la presencia de boldenona en las fincas productoras de ganado bovino no implica la presencia de la sustancia en la carne para el consumo humano”.
El caso de Farah es uno más de los que se presentan y un resultado adverso por boldenona igual; sirven para una estadística. Pero acá el tema principal es que el deporte colombiano sigue bajo la sombra del dopaje, a pesar de la lucha contra él.
En el listado de la Unión Ciclista Internacional (UCI) de deportistas suspendidos provisionalmente y sancionados por dopaje hay 18 colombianos, la mayor cifra del mundo; seguida por Costa Rica, que tiene 15; mientras que Italia, un país ciclístico por excelencia y de mucha más tradición, cuenta con 10.
Más perjudicados
El levantamiento de pesas, uno de los estandartes olímpicos nacionales, también está salpicado. Desde el 2013, Colombia registra cuatro atletas con resultados positivos y, coincidencialmente, todos fueron reportados con la misma sustancia de Farah: boldenona.
Manzana Postobón era un equipo de ciclismo de la categoría profesional continental, hoy llamada ProTeam, pero sus dirigentes y patrocinadores decidieron no continuar con el programa, después de los dopajes de dos de sus corredores: José Amador (boldenona) y Wílmar Paredes (EPO). La escuadra siempre llevó la bandera de competir sin ayudas, lideró la campaña por un ciclismo limpio, pero su final fue por todo lo contrario.
Extraoficialmente, el año pasado Colombia envió para análisis 1.500 muestras, de las cuales 768 se tomaron fuera en competencia y 732 fuera de competencia.
“El dopaje en el deporte se ha vuelto una enfermedad y hay que decirles a los atletas que no hagan esas prácticas. Nosotros no bajamos los brazos y seguimos en la lucha”, señaló Ernesto Lucena, Ministro del Deporte, entidad que tiene a su cargo la Oficina Nacional de Dopaje.
Los positivos que se han registrado en el último tiempo han perjudicado el ciclo olímpico de Colombia y el deporte del país podría verse impedido de ganar medallas en los próximos Juegos de Tokio 2020 (24 de julio al 9 de agosto).
Colombia perdió dos medallas de oro en los pasados Juegos Panamericanos de Lima, Perú, por los positivos de dos de sus atletas: la boxeadora Jésica Caicedo y el karateka Carlos Izquierdo. Caicedo venía de ser medalla de plata en los 81 kilos en el Mundial del 2018 y era una de las cartas colombianas, al igual que Farah y Puerta, para pelear el podio en Tokio.
“Es lamentable lo que ha pasado y pasa. Nosotros tenemos que salirnos de eso, de la retórica de las medallas. Hay que pensar en que eso nos tiene que fortalecer las campañas contra el dopaje”, señaló Baltazar Medina, presidente del Comité Olímpico Colombiano (COC).
Amenaza mundial
La AMA se ha mostrado preocupada por lo que pasa, pero es enfática en afirmar que el tema no es solo de un país, de una región, de un continente.
“No pueden hablar solo de Colombia, es de todo un movimiento que afecta al mundo entreno. Les puedo decir que su país cuenta con una organización antidopaje buena, de las mejores referencias de la región. La AMA hace un trabajo planificado de los controles dirigidos e inteligentes y en Colombia se cumple con ello”, le dijo a EL TIEMPO la licenciada y profesora María José Pesce, Directora de la Oficina Latinoamérica de la Ama.
“El tema es que se busca hacer trampa para conseguir un buen resultado, y eso no es solo de Colombia, es de todo el mundo. Lo que hay que tratar es buscar que no hacer trampa sea una regla social, y si uno es deportista, pues debe cumplirla. Si no lo hace, es falta y hay una sanción”, señaló.
Para la voz autorizada de la AMA en Latinoamérica, Colombia no es que pierda la batalla contra el dopaje, demuestra que está más fuerte que nunca.
“Los casos que se han prestado dicen todo lo contrario. Nosotros consideramos que eso demuestra que se hacen cosas bien desde la Federaciones internacionales y desde la oficina nacional. Los positivos son consecuencia de los controles que se hacen”, agregó.
Ernesto Lucena ha sido enfático en señalar que no se bajarán los brazos y que se continuará con la lucha contra este problema y su ‘caballito de batalla’ ha sido recuperar la certificación del laboratorio del control al dopaje, que en octubre del 2018 fue cerrado por la AMA.
“Creemos que a mitad de este año podemos tener la buena noticia de la renovación de la certificación. Falta terminar algunas partes de infraestructura físicas que arrancarán en febrero próximo. Eso debe durar entre dos o tres meses y luego de eso hay que solicitar la visita de la AMA”, señaló Paola Cárdenas, Directora científica del laboratorio del Ministerio del Deporte.
“Los equipos se adquirieron el año pasado, con presupuesto en vigencia del 2018. Ya se compraron los equipos analíticos de alta sensibilidad (cromatógrafos). Además, el equipo humano está listo, se trabaja en las técnicas analíticas”, agregó Cárdenas.
Sin embargo, que el laboratorio vuelva a funcionar no indica que el dopaje se erradique por completo del país.
Fuertes sanciones
Pero el tema no acaba acá. Si bien los deportistas son los que reciben el peso de las sanciones en el país, las personas que trafican con las sustancias están libres de penalización.
Actualmente, en el Congreso se tramita el proyecto de ley 252 del 2019 con ese fin.
Ya pasó el primer debate en Cámara, le falta uno y dos en Senado para ser sancionado.
“Los que están involucrados con el dopaje hay que castigarlos. No hay que dejar que esa práctica se instrumentalice. Por eso las penas deben ser duras para la gente que tenga algo que ver con este flagelo. Hay personas que utilizan a los deportistas para doparlos”, señaló Edward Rodríguez, representante a la Cámara.
Dicho proyecto tiene como objetivo modificar el artículo 380 del código penal (ley 599 del 2000), para castigar a la persona que “suministre, aplique o administre al deportista profesional o aficionado alguna sustancia o método prohibido en el deporte, o lo induzca al consumo”, dice.
El que incurra en estos actos tendrá prisión de 24 a 72 meses y tendrá que pagar una multa de 66 a 750 salarios mínimos legales mensuales vigentes.
La pena, añade el proyecto, se “aumentará si la conducta recae sobre un menor de edad o se realice mediante engaño o coacción o si el responsable tuviere cualquier carácter, posición o cargo que le da particular autoridad o poder sobre la víctima”.