Ricardo Téllez Bautista

Abogado Administrativisto – Especialista en Administración Pública


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<em>Y retorna a Colombia mostrando la lengua a los taxistas. Además del tradicional UberYa, que por IVA dice haber pagado al Estado más de $70 mil millones en apenas 18 meses</em>

“Al que no quiere caldo se le dan tres tazas” parecen decir los clientes de Uber a los taxistas, luego de que los operadores de la plataforma retornaron a Colombia de manera sorpresiva y, al parecer, con una fuerza indestructible gracias a la audacia jurídica de algún grupo de abogados que encontró la fórmula millonaria y mágica para regresar.

Y la solución era fácil, como todas las salidas jurídicas audaces que nos confirman que el Derecho es puro sentido común y mucha observación con inteligencia. El nuevo contrato es un acuerdo de voluntades entre el propietario del carro y el cliente que lo requiere a través de un intermediario inmaterial, como un fantasma que vive en Internet, en una plataforma llamada UBER. El cliente digita la APP y con ese gesto da a entender que está solicitando un carro en alquiler, incluido el chofer, y consecuentemente, aprobando las condiciones del contrato que -se presume-, leyó y aceptó previamente.

Y retorna a Colombia mostrando la lengua a los taxistas. Además del tradicional UberYa, que por IVA dice haber pagado al Estado más de $70 mil millones en apenas 18 meses con 90 mil vehículos particulares cobrando una comisión del 25% en cada servicio, ahora ofrece un menú más interesante: el Economy ofrece vehículos con modelos más antiguos y a un precio más asequible; el Comfort es similar a Uber Black, con autos más modernos. Por último, el XL es lo mismo que el Uber Van, para grupos grandes de personas.

Y es que Uber no podía demorarse y perder un mercado de siete años, así tan fácil. En escasas tres semanas de ausencia desde el 1° de febrero pasado, su clientela desamparada buscó refugio en sus similares y ya competitivas Beat, DiDi, Waycali, InDriver, Ovni y Cabify, que ofrecen tarifas más baratas y vehículos particulares tan confortables como aquellos. Es decir, la salida de Uber, tras perder una demanda contra Cotech (Taxis Libres) ante la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC), no favoreció a los taxistas ganadores: la clientela se volcó hacia otras plataformas. Y a propósito de tarifas notoriamente más baratas, eso es posible porque regularmente el propietario del carro Uber lo maneja él mismo, y el 25% que paga es mucho más barato que la entrega diaria que los propietarios de taxis les imponen a los indefensos taxistas, mal llamados “asalariados”. El gobierno jamás se interesó en remediar la injusticia social con ellos, ni los propietarios en adivinar que la gallina de los huevos de oro algún día perdería la huevera.

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<em>Con desagrado debemos reconocer que el gremio de taxistas no tuvo alguna organización empresarial con proyección competitiva</em>

Y ya comenzaron a especular en su contra, en el sentido de una supuesta desventaja para sus clientes, pero Uber informa que el contrato privado cuenta con 17 puntos entre los que se habla sobre el plazo del mismo, los precios y gastos y la protección de datos, entre otros. Respecto a la duda de qué ocurrirá cuando haya un accidente, la plataforma informó sobre la existencia de una póliza de seguro con Allianz S.A, para cubrir estos eventos.

Con desagrado debemos reconocer que el gremio de taxistas no tuvo alguna organización empresarial con proyección competitiva, pues los taxistas no tenían tiempo para pensar pues no son empresarios transportistas ni dueños de taxis. Son, en su gran mayoría, esclavos modernos dentro de un carro, ganándose la comida y un poco más a punta de “hora-nalga”, con sudor y estrés, mientras los propietarios obesos y tranquilos los aguardan diariamente para recibirles “el producido”, no sin antes haber entregado el turno al siguiente, con el vehículo lavado y tanqueado.

Ahora que la plataforma Uber regresa, amparada en una figura contractual legal que funciona en Colombia desde hace muchos años, se adivina que será muy difícil volverlos a sacar. Ahora, la competencia de Uber no serán los taxistas que ahora están ingresando a la zona de la desesperanza, sino las otras seis plataformas que aprovecharon su ausencia para hacer notar a los “infieles clientes” que con ellos es igual o mejor que Uber, pero mucho más barato. Si antes los taxistas tenían al frente a Uber, ahora tienen otros seis de la misma calaña. Eso dicen.