Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.


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<em>Desde luego que estas investigaciones encaminadas a mitigar la pobreza constituyen sin lugar a dudas un valioso aporte de la ciencia para enfrentar los efectos perniciosos de la pobreza</em>

Con ocasión del otorgamiento del premio Nobel de Economía 2019, la Academia Real de Ciencias de Suecia decidió entregarle el galardón a tres científicos incluida una mujer que han dedicado buena parte de su vida a la investigación de la problemática de la pobreza aportando un nuevo enfoque metodológico consistente en dividir los grandes problemas en pequeñas cuestiones para ser estudiadas separadamente con el fin de obtener mejores resultados a la hora de aplicar las medidas y políticas públicas adecuadas para conjurar sus efectos, tal como ha quedado demostrado según afirman los investigadores o los científicos con la salud infantil, la necesidad de mejorar el acceso a la educación o para lograr la reducción de los costos de los medicamentos; lo cual según el Comité del Nobel “dominarán por completo la economía del desarrollo”.

Desde luego que estas investigaciones encaminadas a mitigar la pobreza constituyen sin lugar a dudas un valioso aporte de la ciencia para enfrentar los efectos perniciosos de la pobreza. Entretanto más de 700 millones de personas en todo el mundo padecen de hambre conjuntamente con decenas de miles de niños que viven en la más completa indigencia además de miles que mueren por falta de atención médica y de salud en medio de la más terrible pobreza y desolación.

Incluso en países desarrollados como en los Estados Unidos de Norteamérica ha crecido la pobreza en amplios sectores pertenecientes a las clases medias que se han estancado económica y socialmente en la medida en que pierden sus puestos de trabajo y se reducen sus salarios, contribuyendo a su empobrecimiento sistemático y progresivo.

Ahora bien, en las condiciones del capitalismo globalizado el contenido del concepto de pobreza se ha modificado con los cambios que se producen en la estructura económica de la sociedad de clases. Por otra parte, no es del todo cierto que cuando los pobres tienen acceso a los bienes y servicios se reduce la pobreza sustancialmente, circunstancia esta que no tiene en cuenta que en la sociedad capitalista la distribución de la riqueza social no se hace de acuerdo con el trabajo, intereses y necesidades de la mayoría de la población sino del sector económico y social que posee el capital.

La conjetura según la cual siempre han existido la pobreza y la desigualdad social constituye una forma simplista de justificar dichos fenómenos económicos y sociales, ya que lo que resulta mas evidente es el hecho de que la existencia de los pobres se debe mas bien a la existencia de los ricos que se apropian de la riqueza social y la reclaman para utilizarla en favor de los integrantes de su clase o grupo social.

Igualmente hay quienes afirman que gracias al desarrollo del capitalismo se ha podido reducir el tamaño de la pobreza con la producción, distribución y consumo de toda clase de bienes y servicios que se distribuyen entre los pobres a través de la puesta en marcha de las políticas de corte humanitario y asistencialista que hoy se aplican por los gobiernos de los diferentes Estados. Dicha política no suspende las diferencias de clase existentes entre ricos y pobres al tiempo que si contribuye a encubrir eficazmente la situación de pobreza que viven millones de personas en el mundo globalizado y que le sirven al régimen capitalista para afianzar las relaciones en que se sustenta aquel.

Sin desconocer la importancia de las investigaciones realizadas por los científicos galardonados con el Nobel de economía, lo cierto es que la mayoría de las personas mas pobres de la sociedad o que temen descender a los niveles de pobreza, no cuentan en la práctica con los mecanismos ni las oportunidades  para superar tal estado, en tanto que sus ingresos siempre están por debajo de su capacidad de compra de los bienes y servicios indispensables para la vida y el mejoramiento de su bienestar social e individual. Así mismo, la política de imposición de nuevos impuestos a los dueños del capital tampoco contribuye a equilibrar la balanza entre pobres y ricos según se dice por parte de algunos economistas, ya que está demostrado que el proceso de acumulación de la riqueza social y de la reproducción del capital no se detienen ya que por el contrario, conducen a su mayor concentración. Lo cierto es que el cobro de los impuestos a las ganancias que obtienen los capitalistas se diluye en medio de las prebendas tributarias que les otorga el Estado con las deducciones, exenciones, subsidios, etc., introducidas en las reformas tributarias que ellos mismos confeccionan, en tanto se descarga todo el peso de la tributación sobre los hombros de la mayoría de contribuyentes que fundamentalmente viven de su trabajo y que tienen que pagar altos impuestos por diversos conceptos; cuando no es que los capitalistas se dan las mañas para trasladar a los consumidores vía aumento de los precios, bienes y servicios, los valores que deben pagar.

De hecho está claro que de esta manera tampoco podrá erradicarse la pobreza cuyas causas mas profundas se encuentran ligadas con la estructura económica de la sociedad en donde el Estado no expresa por igual los intereses de todos los ciudadanos y las políticas asistencialistas apenas si logran parcialmente “palear” los problemas derivados de la pobreza absoluta y relativa de la mayoría de las personas.

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<em>Colombia no es ajena a esta problemática en donde de los 45 millones de habitantes, diez millones por lo menos se encuentran en la pobreza extrema</em>

Colombia no es ajena a esta problemática en donde de los 45 millones de habitantes, diez millones por lo menos se encuentran en la pobreza extrema y cerca de 20 millones pertenecientes a sectores populares y medios de la población son pobres o se sienten amenazados de perder sus bienes, trabajo, nivel de vida, etc. Esta circunstancia tiende a reflejarse en la existencia de dos realidades como son: la presencia de dos clases de justicia, una para los ricos y otra para los pobres; un sistema de salud de buena calidad para sectores pudientes y otra para los pobres; una educación igualmente de buena calidad para los sectores mas ricos de la sociedad y otra de mala calidad para los pobres; una vivienda para sectores de altos ingresos y otro poco digna para los estratos bajos. Un caso aparte lo constituye la consecución del trabajo fijo y estable en un país donde el desempleo y la informalidad son fenómenos recurrentes que dejan sin empleo a miles de trabajadores que carecen de ingresos y están expuestos a descender a los más bajos niveles de la pobreza.

Las estadísticas actualizadas demuestran que en el país el 10% de los hogares mas ricos perciben más del 40% de los ingresos laborales, al tiempo que el 90% obtienen el 60% restante, materializándose con ello la desigualdad en el ingreso y de alguna manera aproximándose al estado de pobreza.

Y de ahí la preocupación de los gobiernos de reducir la pobreza y la desigualdad social, la cual se convierte en un sofisma de distracción mientras subsisten las causas que la generan, ligadas a un sistema social integrado por unas relaciones económicas basadas en la apropiación privada de la riqueza social que se encuentra concentrada en pocas manos mientras la inmensa mayoría de la población carece de los recursos y de los medios esenciales y es objeto de la explotación económica del trabajo, situación esta que no se podrá revertir con simples medidas asistencialistas y populistas sino cambiando las condiciones concretas y objetivas impuestas por el régimen capitalista y su Estado que trata de justificar con determinadas políticas la reducción de la pobreza y la desigualdad social.


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