Carlos Armando Cuervo Jiménez
Emprendedor y empresario con formación en Ingeniería Industrial
Hace unos meses leíamos, veíamos en la TV y escuchábamos en radio como por la falta de medidas de contención y preparación de la red hospitalaria la pandemia cosechaba muertes y tristeza en los antiguos territorios nacionales, la costa pacífica de Cauca y Nariño y en el departamento del Choco. Territorios que desde Bogotá se miran con total desdén, salvo para ordenar bombardeos militares o para fumigar con glifosato.
Pero a la par con su poca o nula preparación, también llegaron a estos territorios los anuncios de absoluto acatamiento a la cuarentena dictados por los actores armados ilegales que rigen como autoridad en esos territorios.
Primero fueron las amenazas de limitar el desplazamiento, excepto para urgencias o en horas establecidas y previa autorización de ellos.
Para reforzar estas amenazas vinieron la quema de motos y vehículos como parte de la campaña de intimidación.
Luego las amenazas subieron de nivel y se prohibieron toda clase de eventos sociales incluyendo los familiares al punto que ene le departamento del Cauca una fiesta familiar fue terminada a punta de tiros de fusil y de la agresión con el uso de una granada. Acontecimiento reseñado por la prensa nacional.
Actualmente según me corroboran autoridades civiles que aun hacen presencia limitada en estas zonas, circulan panfletos anunciando que todo aquel que resulte infectado con el covid 19 será dispuesto a terminar a tres metros bajo tierra. Estas nuevas amenazas han contribuido a que la población ante la menor duda opte por esconderse, contribuyendo a propagar la infección
Con perplejidad reseño que esta situación se está viviendo en el Tambo Cauca y sus corregimientos, al igual que en San Vicente del Caguan y corregimientos.
Además de estas amenazas, hay que señalar que en estos territorios el fanatismo religioso está auxiliando la expansión de la epidemia.
Estas zonas tienen corrientes religiosas cristianas evangélicas y sus voceros resaltan que ante la fe, las oraciones, los cánticos, ayunos y vigilias no hay medicación que valga y solo con el acatamiento religioso desterraran el covid.
Todas estas situaciones solo causarán un crecimiento oculto de la epidemia con resultados adversos para nuestra economía y por supuesto para el sistema de salud, el cual más temprano que tarde se verá obligado a responder ante esta ola descontrolada de nuevos contagios.
Finalmente comentaré que resulta desconcertante como en el día a día en estos territorios apartados de las grandes capitales, conviven la ignorancia auspiciada por la lectura e interpretación literal de los textos sagrados y la extrema violencia que coarta hasta la posibilidad de buscar ayuda para palear al covid, sin que exista la mínima atención de las autoridades o la solidaridad de los demás colombianos.
He escrito esta denuncia con la esperanza de que alguna autoridad tome cartas en el asunto y en apoyo a las autoridades civiles que solicitaron contar de esta situación calamitosa.
No podemos asistir a la humillación y exterminio de miembros de nuestra sociedad sin al menos alzar la voz y clamar por la intervención del gobierno central, espero alguien actue sin vacilar y se eviten nuevas masacres.