Por Guillermo E. Ulloa Tenorio
Economista de la Universidad Jesuita College of the Holy Cross en Estados Unidos, diplomado en alta dirección empresarial INALDE y Universidad de la Sabana. Gerente General INVICALI, INDUSTRIA DE LICORES DEL VALLE, Secretario General de la Alcaldía. Ha ocupado posiciones de alta gerencia en el sector privado financiero y comercial.
Los llanos orientales de Colombia, también conocido como la Orinoquia o altillanura, equivalente al 18% del territorio nacional, es la más importante frontera agropecuaria del país, Además en ella se encuentran los yacimientos de petróleo de Cusiana en Casanare, Caño Limón en Arauca y Rubiales en el Meta. La producción de petróleo ronda los 900,000 barriles diarios, sobrepasando este año la producción venezolana. La región aporta el 70% de la producción nacional.
Las condiciones de clima, luminosidad, régimen de lluvias y recurso hídrico son factores fundamentales para la producción agrícola. Este enorme potencial convierte la región en una de las despensas globales mas significativas, ante la demanda de la creciente población mundial, estimada en 10 billones de personas para el año 2050. Es el primer productor de cereales y palma de aceite. Se ha venido transformando, con importantes avances, de una ganadería bovina extensiva hacia proyectos agroindustriales de producción avícola, porcícola, extracción de aceite vegetal y etanol.
El 40% del consumo de alimentos que se consumen en Bogotá provienen de esta región.
Esta riqueza sin igual se ve afectada por la inestabilidad permanente de su infraestructura vial y la ausencia total de otros medios de transporte como el ferroviario y el fluvial. La fragilidad de la conectividad del territorio nacional se hace evidente. La vía al llano, el inacabable túnel de la Línea y la vía a Buenaventura son ejemplos patéticos de ello. Modernas vías alternas, como la bosquejada de unir la Orinoquia con Buenaventura están a décadas de iniciar construcción.
La vía mas importante que comunica el centro del país con los Llanos Orientales, une Bogotá con la cabecera del llano, la capital del Meta, Villavicencio. Desde la década de los años noventa, fue una de los primeros tramos entregado al sector privado como concesión vial. La organización Sarmiento Angulo, a través de su filial Coviandes, es el concesionario que ha venido construyendo el ambicioso proyecto autopista de doble calzada, variando su trazado original, evitando las fallas geológicas propias de la cordillera oriental compuesta de cinco túneles, cuatro túneles falsos, ocho puentes peatonales y 50 vehiculares.
El año pasado Coviandes sufrió uno de los escollos mas fuertes de la ingeniería nacional, con el derrumbe del puente atirantado de Chirajara, diseño reconocido como “Premio Nacional de Ingeniería en el año 2010” por la Sociedad Colombiana de Ingenieros.
Sin embargo, las eternas, inconclusas e indefinidas discusiones entre el estado contratante y el contratista sobre la responsabilidad de la estabilización de las bancas, licencias ambientales y de operación de un plantel avícola, son ahora el principal escollo del atraso y el derrumbe actual en el tramo del kilómetros 58 e inestabilidad de la vía en el kilometro 64.
Las perdidas económicas de la región y el mayor costo de fletes son incalculables. Se especulan cifras aproximadas de $ 900 mil millones diarios.
Aun es temprano para estimar el costo de la recuperación de la obra y quien pagará por ella, si el contratista, las aseguradoras, el contratante o el plantel avícola. Las discusiones jurídicos de ambas partes, el tramite ante un laberinto de tribunales y la lentitud del proceso llevaran muchos años.
Se recurrirá a un fondo colateral de emergencia del Ministerio que contablemente registra una cifra cercana a $ 150 mil millones, pero que en la practica no debe poseer ese valor disponible. Lo cierto es que las presiones de la región, los subsidios que otorgará el estado, los movimientos de tierra y la recuperación de la vía, requeridos saldrán del presupuesto del Ministerio y sus agencias ANI/INVIAS.
La malla vial del Valle del Cauca, la cual le aporta $500 millones diarios a la ANI, sin que el mantenimiento de la misma se este ejecutando diligentemente, ni la prevista licitación se adjudique, será la caja menor de esta malaventura. Es por ello que me atrevo a asegurar;
“La Vía al Llano la pagará el Valle del Cauca”