Por Benjamín Barney Caldas 

Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle. Ha sido docente en Univalle y la San Buenaventura y la Javeriana de Cali, y continua siéndolo en el Taller Internacional de Cartagena, de los Andes, y en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en Caliescribe.com desde 2011.


facilitar la vida sin meterle tanta discusión inútil

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<em>la gente los pavimenta, eliminando sus prados y árboles</em>

Ante la inoperancia del Estado, la gente resuelve sus problemas cotidianos por su propia iniciativa. Por ejemplo, hace años que en la conversación informal se suprimen los tres ceros; algo barato cuesta cinco en lugar de $5.000.oo y algo caro quinientos en lugar de $500.000.000.oo, e incluso en los nuevos billetes se lee 50 mil pesos en lugar de 50.000, pero nada que se toma la decisión de suprimir los 000 y facilitar la vida sin meterle tanta discusión inútil sobre si así se disminuye o no la inflación cuando lo que debería preocupar en este caso es la “inflación” de las cifras. Y algo similar sucede con los andenes, los antejardines o las invasiones.

Como los alcaldes prefieren hacer puentes para los carros, ante la estreches y trampas de los andenes (rampas para garajes, escalones muy altos y postes) o que simplemente son inexistentes, la gente camina por las calzadas sin importar el riesgo que corren de ser atropellados por un carro o una moto, y en algunas calles las van volviendo casi peatonales como las debería hacer el Municipio, y cuando este las hace totalmente peatonales en donde no es pertinente en lugar de con tránsito restringido, las motos igual pasan e incluso los carros. Y ante la ausencia de ciclo vías, o por su equivocado diseño, las bicicletas van al lado de los carros o por los andenes cuando estosson llanos.

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<em>Y otro ejemplo más son las invasiones. Ante el&nbsp; despropósito&nbsp; del estado de construir casas igualiticas</em>

Otro ejemplo son los antejardines, totalmente ajenos a nuestra usanza urbano arquitectónica. Copiados, como tantas cosas de USA sin considerar las diferencias en tanto relieves, climas, vegetaciones y, en consecuencia, paisajes y tradiciones, no se los circunscribe a las casas y a que en los edificios sean amplios y limitados por muros bajos, y  la gente los pavimenta, eliminando sus prados y árboles, para estacionar carros y motos, poner talleres o sitios de venta, o en los conjuntos residenciales se los cierra con altas y largas bardas como de presidio pues en ellos se insiste en hacer apartamentos en sus primeros pisos en lugar de dedicarlos a locales públicos como privados.

Y otro ejemplo más son las invasiones. Ante el  despropósito  del estado de construir casas igualiticas, mal diseñadas pues no consideran las circunstancias de sus supuestos destinatarios y lejos de los sitios de trabajo y sin transporte adecuado y eficiente, la gente prefiere invadir al lado de una carretera y construir, como sucede en Terrón Colorado. O son los carros los que invaden los lotes dejados por las casas que se demuelen en el Centro Histórico y San Antonio (el que inexplicablemente no hace parte del mismo pese a que aún le quedan muchas más casas) pues el estado solo insiste en el significado del patrimonio de interés cultural (BIC) y nada en sus posibilidades económicas.

hablar y discutir sobre la conveniencia de suprimir los 000 pero no hacer nada

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<em>los problemas se “resuelven” con la propia mano: plata o plomo</em>

Pero lo peor es que desde hace mucho tiempo, ante la vergonzosa inoperancia de la justicia, los problemas se “resuelven” con la propia mano: plata o plomo; y ahora, en lugar de buscar poder de verdad controlar la drogadicción y la corrupción y violencia que genera el narcotráfico, siguiendo el ejemplo de Uruguay, se continua extendiendo esa cultura mafiosa y muchos no se dan cuenta de que la prohibición lo que logra es que sus hijos además de drogadictos sean delincuentes. Es como hablar y discutir sobre la conveniencia de suprimir los 000 pero no hacer nada y continuar oyendo a una maquina decir que el saldo es de trece millones cuatrocientos cincuenta y un peso, con veintitrés centavos.