Efraim del Campo Parra
Politólogo con maestría en Política (Sheffield, UK), y ciencias políticas y relaciones internacionales (Ginebra, Suiza). He sido consultor en programas de desarrollo económico sostenible para la Organización internacional de Trabajo (Suiza) y la Cámara de Comercio Hispanoamericana de Carolina del Norte. Especialista en desarrollo sostenible y política pública.
La semana pasada el sr. Emilio Sardi, vicepresidente ejecutivo de Tecnoquimicas, publicó una columna sobre los principales problemas que rezagan el desarrollo económico y social de la región pacifico. En general, el sr Sardi argumenta que la figura de “títulos colectivos de tierra” son el principal causante el rezago de la región ya que generan “incertidumbres que desincentivan y bloquean la inversión en proyectos o actividades de beneficio económico y social, local y regional. Mientras esto pase, la comunidad seguirá sin opciones de vida dignas” forzándolas casi a vivir de actividades como la minería ilegal, narcotráfico, entre otras (ver: https://www.google.com/search?client=safari&rls=en&q=la+condena+del+pacifico+sardi&ie=UTF-8&oe=UTF-8).
En relación a este artículo, me gustaría realizar tres comentarios que valdría la pena tener en cuenta cuando se hace un análisis de este tipo. Primero, no hay evidencia empírica o teoría económica que demuestre o siguiera que la titulación de tierras colectivas genera o causa rezago social y económico en una región. Todo lo contrario, la escrituración y reconocimiento de las tierras ancestrales a las comunidades indígenas y raizales permite resolver conflictos de tierra, reduciendo las incertidumbres a los diferentes agentes económicos sobre la tierra disponible para realizar proyectos productivos.
Segundo, en la columna el sr Sardi asume que las comunidades indignas y afro no pueden ser generadores de emprendimientos con alto impacto en la región. Tradicionalmente en Colombia se ha considerado que la única manera de generar desarrollo es a través de la inversión en grandes proyectos de explotación de recursos naturales. Esta noción anacrónica del desarrollo por lo general subestima la capacidad de las comunidades en aquellos territorios, concibiéndolas como “simples empleados o jornaleros” incapaces de crear proyectos productivos con valor agregado.
En mi experiencia recorriendo las zonas rurales del Cauca y Valle del Cauca he aprendido que los campesinos, indígenas y afros son comunidades con plena capacidad de emprender proyectos productivos con un alto valor agregado. Casos como la exportación de productos derivados del café por campesinos, producción de panela por comunidades indígenas y proyectos ecoturísticos de las comunidades afro son muestran que sí es posible desarrollar proyectos productivos en esta región, incluso sin el apoyo del estado ni del sector privado.
Tercero, la pobreza no es causada por una sola política pública o actor. Una de las razones por las cuales la pobreza es tan difícil de medir y de reducir es que su causalidad es multi-diversa, es decir, la pobreza es originada por factores sociales (e.g. segregación), políticos (e.g. instituciones excluyentes), económicos (e.g. desigualdad), culturales (e.g. discriminación racial) y ambientales (e.g. cambio climático). Por otro lado, es importante tener en cuenta que previo a 1993 cuando nació la ley 70 que legalizó la titulación colectiva de tierra, la situación de pobreza en el litoral pacífico ya existía, ergo es poco claro –o ¿tal vez osado y facilista? – señalar que este es su único causante.
Para determinar los causantes de la pobreza en una región es importante entender de ante mano cual es el contexto social, económico, político y cultural. Solo de esta manera se puede lograr saber qué prácticas, actores, procesos e instituciones ponen obstáculos o promueven el desarrollo de proyectos productivos en aquellas comunidades. Por lo general una política pública de alto impacto solo es posible si se tiene un excelente diagnóstico de que es lo que pasa en el terreno, y creo que en esto el gobierno colombiano le ha fallado al pacifico.
Creer que el sector rural se desarrolla solo a través de la iniciativa privada de las grandes empresas no es coherente con las tendencias, teorías y prácticas en el mundo de hoy. Aunque no se puede negar la importancia de las grandes empresas como motor de desarrollo rural, en países como Colombia aún es necesario que el Estado incentive y promueva proyectos a pequeña escala, pero con alto impacto social y económico. Esto se logra a través de capacitaciones, créditos flexibles, acompañamiento técnico, promoción de productos en mercados internacionales, entre otros.
Para finalizar, creo que el artículo del sr. Sardi es una clara muestra de las nociones (desactualizadas) que tienen todavía ciertos sectores sobre las causas de la pobreza en el pacifico, y que por desgracia han sido usadas como punto de referencia para la estructuración de políticas públicas con bajo impacto social o económico para la región. En este sentido, invito al sr Sardi y a los lectores a informarse debidamente antes de decir, comentar o escribir sobre las problemáticas sociales o económicas que nos aquejan a los colombianos, que, en su mayoría, son increíblemente complejas de entender y resolver.
Hacer análisis simplistas basado en percepciones y sesgos políticos y sociales ha producido como resultado políticas publicas ineficientes y fuera del contexto local. Si de verdad queremos cambiar este panorama es necesario que pensemos la pobreza de una manera más holística y multi-dimensional, en donde se entienda que tanto las empresas como las comunidades tienen la misma capacidad de generar prosperidad en el pacifico.
Ñapa: para los lectores que quieren entender los orígenes de la pobreza les recomiendo leer Out of Poverty: What Works When Traditional Approaches Fail (2009) de Paul Polak, Why Nations Fail: The Origins of Power, Prosperity, and Poverty de Acemogly y Robinson, Development as Freedom de Amartya Sen, y The End of Poverty: Economic Possibilities for Our Time (2006) de Jeffrey Sachs.