Parábola del higuerónPor Carlos Enrique Botero RestrepoArquitecto Universidad del Valle; Master en Arquitectura y Diseño Urbano, Washington University in St: Louis.Profesor Maestro Universitario, Universidad del Valle. Ex Director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad del Valle (de2012 a 2015) y Director del CITCE (Centro de investigaciones Territorio Construcción Espacio) de 2006 a 2010.Vecino de barrio en Cali, don Isnardo sembró con mucho amor en el antejardín de su casa un precioso arbolito que le daría sombrío a la fachada para aliviarse del agobio del sol de la tarde. Creció muy rápido. Pronto, a los dos años, el ejemplar alcanzó los dos metros cincuenta de altura de la fachada de su casita VIS. A los cinco años empezaron a suceder cosas raras en el andén, en el antejardín y en la salita que tenía su ventana frente al árbolA los cinco años empezaron a suceder cosas raras en el andén, en el antejardín y en la salita que tenía su ventana frente al árbol. El andén se partió y se levantaron los dos extremos de la partición; las baldosas de la sala empezaron a aflojarse y se movían al caminar; la ventana quedó cerrada y no abría. Finalmente, la fachada se rompió con una grieta vertical solo cubierta por telarañas y bichos que corroboraban la biodiversidad reinante en los antejardines del barrio.Don Isnardo murió sin conocer nada de árboles ni saber qué había sembrado en su antejardín. Los herederos entonces, preocupados por las averías que mostraba el inmueble –el patrimonio familiar- consultaron a la autoridad ambiental, de donde un perito en arborización urbana escribió en su diagnóstico que se trataba de un higuerón (ficus luschnathiana) y que era preciso talarlo.Para el procedimiento de tala y retiro del ejemplar de siete años de edad, la cotización más barata fue de cinco millones de pesos de hoy, trabajo que incluía el corte progresivo de arriba hacia abajo, con todas las precauciones para que las partes no cayeran sobre la casa misma ni sobre la vecina, ni sobre cualquier transeúnte o curioso. También incluía una limpieza final.Todavía faltaba valorar los daños que habían causado las vigorosas raíces del árbol que, en efecto, habían partido la viga de cimentación bajo la fachada y habían penetrado las tuberías de desagüe de donde se surtía de agua permanente. La operación de recuperación de cimiento, muro, viga de amarre, cañería, ventana y pintura, a todo costo, exigía otros cuatro “melones”. Total: un árbol perdido y un patrimonio familiar inmueble seriamente afectado con un enorme impacto sobre la economía del hogar. El remedio contra el calor de Cali y contra el paisaje desértico de la cuadra resultó más caro e insostenible que los males que pretendía curar.El remedio contra el calor de Cali y contra el paisaje desértico de la cuadra resultó más caro e insostenible que los males que pretendía curar. Algo similar seguirá ocurriendo por toda la ciudad y ha venido sucediendo muchas veces por todas partes; ha sucedido en otras ciudades grandes en Colombia: el caso de los urapanes en Bogotá y laureles en Medellín. En Cali, hacen cola los ficus que han sido plantados uno tras otro en andenes, antejardines y patios interiores de muchas casas. Todos, productos de la emoción y de una aparente sensibilidad por “la naturaleza” en la ciudad. La condición general es el desconocimiento de la botánica que precisa qué especies arbóreas deben usarse en la ciudad, en qué lugares y en qué condiciones.La lección de la experiencia de don Isnardo y de la reciente polémica en Cali por la intervención de unas especies en la Autopista Sur (que no es Suroriental) muestran el despiste de algunas autoridades municipales (anunciando una operación en el peor momento y aislada de un verdadero plan permanente de arborización para toda la ciudad) y el desconocimiento de los pretendidos defensores de la naturaleza, midiendo fuerzas a través de las ineludibles redes sociales.Buena parte de los casi tres cientos mil árboles plantados en el área urbana de Cali están enfermos o están en el lugar equivocado. Emcali y Megaproyectos lo demuestran todos los días cuando podan furiosa e indiscriminadamente, y mal, cuanto árbol compita con las redes eléctricas aéreas en cualquier calle. en Cali faltarían mínimo otros quinientos mil, pero no cualesquiera ni en cualquier parteEn toda ciudad se necesita un árbol por cada tres habitantes, según la OMS, lo cual quiere decir que en Cali faltarían mínimo otros quinientos mil, pero no cualesquiera ni en cualquier parte, teniendo en cuenta que hay que plantar de manera civilizada y prepararse para mantenerlos sanos. Uncategorized