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<em>Dicho fenómeno comienza a evidenciarse en la medida en que los trabajadores no pueden adquirir los víveres, medicamentos, pagar el arrendamiento</em>

Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.

 


 

Este fenómeno que se acentúa con la crisis económica y sanitaria que vive el mundo capitalista emergente y desarrollado, se manifiesta con la reducción sistemática del nivel de vida de los trabajadores asalariados, informales, de los profesionales independientes y de la población en general.

Dicho fenómeno comienza a evidenciarse en la medida en que los trabajadores no pueden adquirir los víveres, medicamentos, pagar el arrendamiento, el transporte, los impuestos, los servicios públicos y en general todo aquello que demanda la población para satisfacer sus necesidades básicas y suficientes para su existencia social e individual.

Al propio tiempo los dueños de las empresas y comercios intensifican el trabajo y aumentan la jornada laboral, disminuyendo el salario y con ello el poder adquisitivo del mismo, procediendo a cancelar los contratos de trabajo o enviando a vacaciones remuneradas a los trabajadores; circunstancia que conduce en la práctica a incrementar el ejército de desocupados y a vulnerar sus derechos laborales y democráticos, lo que por demás contribuye a la agudización de la lucha sindical por sus reivindicaciones económicas y sociales.

Algunos economistas tratan de hacerle creer a la opinión pública que la causa del empobrecimiento de los trabajadores obedece simplemente a la aparición del Covid-19 que trajo como consecuencia que los gobiernos decretaran el “aislamiento social obligatorio” de la población contribuyendo a la suspensión transitoria de la economía y con ello afectando en principio y por igual, a empresarios, comerciantes, campesinos y trabajadores de todas las clases y grupos sociales que existen en la sociedad.

Dicha interpretación parte de la base de que la causa del empobrecimiento absoluto y relativo de los trabajadores y de la población en general se originaron con la expansión de la pandemia, lo cual por supuesto no constituye mas que un factor que pasó a desnudar la crisis que se venía gestando de tiempo atrás con la creciente acumulación de riqueza social en pocas manos, la explotación económica del trabajo, la especulación financiera que en el caso de los bancos en Colombia obtuvieron en el año 2019 utilidades por 3.5 billones de pesos, mientras que a la gente del común se le redujo su capacidad económica y de compra y sus ingresos provenientes del trabajo con la pérdida de sus empleos.

Nuestro país no escapa a la influencia perniciosa del COVID-19 que lo coloca en una difícil situación económica y social muy difícil de superar, en razón de ser uno de los países mas desiguales en toda la región, en tanto que el desempleo crece desde el año 2019 y hoy se considera puede llegar a sumar varios guarismos.

De la pauperización de los trabajadores no se saldrá con la adopción de las medidas decretadas por el gobierno del presidente Duque y sugeridas por los grandes empresarios y comerciantes que claman por la defensa y la recuperación de los puestos de trabajo perdidos en medio de una población laboral de 23 millones de personas, de la cual la mitad está integrada por trabajadores informales e independientes que cada vez se empobrecen más, en una sociedad basada en la economía extractiva (minero-energética) bajo el dominio del capital financiero internacional y acompasada con un proceso de desindustrialización del país e incremento de las importaciones de alimentos y de toda clase de bienes y servicios y del contrabando que aumentan la dependencia económica del país a las economías de otros Estados capitalistas.

A todo lo anterior se suma la debilidad del sistema de asistencia social en salud que no dispone de los recursos humanos y técnicos para afrontar la crisis sanitaria que afecta fundamentalmente a los sectores mas deprimidos de la sociedad.

Aunque las medidas impuestas por el gobierno están dirigidas a restablecer la normalidad económica y social, permitiendo inicialmente la actividad productiva en los sectores de la construcción y de la manufactura con lo cual se logrará incorporar al trabajo a cientos de miles de trabajadores, lo cierto es que de acuerdo con las cifras aportadas por el Ministro del Trabajo, la pérdida de empleos como consecuencia de la crisis oscila entre 70 mil y cien mil empleos perdidos de difícil recuperación con una afectación del 0.3% del PIB durante este año.

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<em>No sobra agregar que con el ingreso de Colombia en la Ocde el gobierno se obliga de alguna manera a cumplir con los compromisos y recomendaciones de dicha entidad</em>

Siempre se ha dicho que de las crisis surgen alternativas de solución que les permiten a los trabajadores y ciudadanos en general superar las dificultades que se presentan y que ponen a prueba la imaginación y el emprendimiento social e individual de los trabajadores y empresarios. Esto sin embargo no será suficiente amén de la lucha económica por la defensa del derecho al trabajo, en tanto que para acabar con la tendencia de la pauperización inherente al capitalismo será necesario acudir a la lucha política, la cual no debe reducirse a la aprobación de simples reformas con aparente legitimidad en virtud de los acuerdos a que se llegan en las mesas de concertación con representantes de la clase trabajadora, gremios empresariales y del gobierno.

No sobra agregar que con el ingreso de Colombia en la Ocde el gobierno se obliga de alguna manera a cumplir con los compromisos y recomendaciones de dicha entidad que se convierten en políticas de Estado en materia laboral, comercial, de Justicia, etc.

La propuesta de algunos sectores de la oposición en el sentido de que el gobierno debe garantizarles a los trabajadores que han perdido sus puestos de trabajo y a los sectores mas vulnerables el pago de un salario mínimo mensual, si bien es cierto constituye una ayuda importante, no deja de ser mas que un paliativo que seguramente estará condicionado tal como ha sucedido con el denominado subsidio del empleo que se concede a los trabajadores que fueron despedidos sin justa causa.

En medio de la crisis económica y sanitaria que soporta el mundo capitalista globalizado en particular Colombia, la celebración del DIA DEL TRABAJO debe servir a las clases y sectores sociales no solo para discutir el camino a seguir en la lucha reivindicativa sino para transformar esta sociedad plagada de injusticias, inequidades, de explotación y opresión impuestos por el capitalismo global, el cual ha comenzado a presentar indicios cada vez mas frecuentes de un bajo crecimiento económico y desarrollo social, alinderado con el parasitismo de sus clases dirigentes que tiende a extenderse e intensificarse en todo el mundo generándose un proceso de descomposición a todos los niveles de la sociedad que hacen que el sistema deje de ser inmutable y que en épocas turbulentas las clases trabajadoras y el pueblo en general sean empujados a realizar las acciones históricas del cambio social.


Veeduría Ciudadana por La Democracia y La Convivencia Social

El Control Ciudadano Sobre la Gestión Pública es Condición Indispensable para el Ejercicio de la Democracia y la Convivencia Social