Carlos Armando Cuervo Jiménez
Emprendedor y empresario con formación en Ingeniería Industrial
Dada las particulares circunstancias actuales, considero que ningún columnista de opinión en este país dejará de conceptuar sobre estos primeros cien días del nunca antes visto gobierno de izquierda en Colombia.
Cien días de decisiones, acciones y proclamas desde las audaces hasta unas muy imprudentes.
Cien días de lucha entre un hombre presidente en contra del hombre político, provocador y megalómano que decidió hacer la cruzada por salvar al mundo del holocausto climático.
Cien días de luchar en contra de una tasa de cambio elevada por circunstancias económicas mundiales y por la especulación de grupos económicos, que procurar doblegarlo.
Cien días de comentarios erráticos en torno a la transición energética del país, que le han costado desde burlas hasta problemas económicos para Colombia.
Cien días de lanzar dos políticas audaces para mejorar el buen vivir en el país, la propuesta de paz total y la ya encaminada con acciones, una reforma agraria apoyada en la compra de tierra al grupo económico más conservador de Colombia , la federación nacional de ganaderos.
Cien días de lanzar una reforma impositiva que pretendía generar mayor equidad de acuerdo a los niveles de ingresos, pero que hábilmente la clase política disminuyo sus alcances.
Cien días de lidiar un gabinete pluralista ideológicamente y conformado por viejas glorias e inexpertos funcionarios que de activistas pasaron a ejecutores del gasto, y quienes han descubierto cuan fácil es criticar y cuán difícil es actuar.
Cien días de cuestionar un sistema de salud con falencias pero que está lejos de ser de los peores del mundo como lo sostiene Petro, un sistema el cual si requiere de ajustes y de autoridades responsables que obliguen a todos los actores a cumplir con los requerimientos profesionales y éticos.
Cien días de manejar unas comunicaciones erráticas y sin norte mientras la oposición utiliza todos sus baluartes y alfiles en medios masivos para desinformar, calumniar e injuriar y la solución que emana del gobierno, es un intento de censura con un cuestionado artículo en una reforma que nace del ministerio de justicia.
Cien días procurando reformar el trazado aéreo a subterráneo del incierto metro de Bogotá en su tramo de la avenida Caracas, pelea establecida con Enrique Peñalosa, político con el que Petro sostiene una vieja rivalidad.
Pero en un país tan violento y corrupto todo palidece y se esfuma entre la niebla de nuevas formas de inseguridad cargada de mucha violencia, como la practicada por algunas bandas de extranjeros capturados en Bogotá que primero acuchillan a sus víctimas y luego si proceden a tomar los artículos a robar, pero extrañamente liberados por un juez de garantías. Y para ello no hay solución salvo que la ciudadanía cansada comienza a tomar la ley en sus manos, asunto también ilegal pero que debe obligar a la fiscalía, a los jueces y al ministerio de justicia a resolver esta explosiva situación.
Sigo creyendo que si este señor no domina sus egos y su megalomanía, estos le harán actuar en contra de él mismo, de su imagen creíble y del país.
Cien días ni tan malos como creen los del capitalismo salvaje, ni tan buenos como creen en el Pacto Histórico, que me dejan por supuesto un sabor agridulce y muchas dudas sobre la ecuanimidad en la gestión de Gustavo Petro.
Ahora a esperar como afectará la presión inflacionaria y la devaluación del peso el consumo hasta fin de año.
Eso marcará sin duda la evolución política y económica del año 2023.