Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.


 

En el mundo capitalista globalizado existe mucha preocupación en torno al presente y futuro de la democracia. Algunos estudiosos del tema dicen, que ya los ciudadanos no confían en las instituciones democráticas, particularmente los jóvenes que en muchos casos la confunden con el populismo muy en boga en estos tiempos en Europa, en América Latina y especialmente en Colombia.

Para conjurar este mal y devolverles la confianza a los ciudadanos, el profesor y director del IDEA Internacional para América Latina y el Caribe Daniel Zobatto, en un estudio sobre el tema de la democracia, recomienda siete claves cuya aplicación permitirá rescatar dicho régimen de la crisis en que se encuentra, afectado por la desigualdad social, la corrupción y el populismo. (El Tiempo, 15 de octubre 2023).

Dicho autor considera en primer lugar, la necesidad de repensar la democracia para que pueda dar respuestas oportunas y efectivas a los problemas y desafíos que caracterizan la sociedad del siglo XXl. En segundo lugar, se plantea la necesidad de proteger la legitimidad de las elecciones. En tercer lugar, se recomienda revalorizar el papel de la política, abriendo canales de participación y deliberación ciudadanos. En cuarto lugar, se considera necesario impulsar los valores democráticos particularmente con los jóvenes. En quinto lugar, se debe prestar especial atención a la democracia social a través del diálogo inclusivo y la construcción del consenso que facilite la renovación del contrato social. En sexto lugar, se debe fortalecer el Estado de Derecho y en séptimo lugar, concluye afirmando que debe hacerse de la gobernabilidad y de la gobernanza democrática, el centro de gravedad de la agenda política regional, mejorando los niveles de resiliencia con el fin de reducir la magnitud de los problemas proveyendo a los gobernantes de los recursos para resolver los problemas de manera efectiva.

Finalmente, el autor dice que “ni el triunfo de la democracia está asegurado ni tampoco su ocaso. Ambos futuros son posibles. No hay ninguna panacea ni tampoco ningún determinismo. Todo depende en gran medida de lo que hagamos cada uno de nosotros individualmente y de lo que hagamos juntos”.

Las anteriores apreciaciones y recomendaciones encaminadas a recuperar el sistema democrático, se enmarcan dentro de la concepción idealista y reformista con la cual se busca manipular dicho concepto desde el punto de vista ideológico y político, a propósito del fracaso de las políticas neoliberales y del estancamiento del capitalismo y parasitismo de sus clases dirigentes, que por lo demás han abandonado las formas y métodos de la democracia liberal para asumir en la práctica posiciones autoritarias en el manejo de los asuntos públicos.

Cualquier análisis que se haga de la democracia como forma de organización y ejercicio del poder del Estado, cuya esencia radica en la soberanía del pueblo, implica necesariamente relacionarlo con el régimen económico de la sociedad que la determina en última instancia, la cual no implica que aquella ejerza su influencia sobre la vida económica acelerando o retardando su desarrollo.

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Si bien es cierto la democracia ha adquirido a través del tiempo un inmenso valor social para la construcción de una sociedad mas justa y equitativa, en las condiciones del actual desarrollo de la sociedad capitalista globalizada aquella ha entrado en una etapa de crisis y deterioro sistemáticos.

Con la concentración y centralización del poder en manos del gran capital financiero y la agudización de las contradicciones y conflictos sociales se abrió paso a las tendencias antidemocráticas de parte de las clases dirigentes que ya no utilizan las formas ni los métodos democráticos para tratar los asuntos del Estado y de la sociedad, en lo que podría calificarse como la negación de la propia democracia, acabándose con ello el denominado libre juego democrático con el cual se garantiza la competencia de los partidos por el acceso al poder del Estado.

Por su parte, la crisis institucional de la democracia se refleja igualmente en la crisis del sistema parlamentario, cuyos integrantes, a pesar de ser elegidos por los ciudadanos, no los representan ni defienden sus intereses y en cambio aprueban leyes y reformas constitucionales en favor de determinados grupos de interés, con lo cual sus actuaciones pierden el carácter representativo y democrático.

Con la concentración del poder político en manos del ejecutivo se comienza a restringir los derechos y libertades de los ciudadanos, en tanto que la denominada división de poderes que constituye un pilar fundamental de la democracia liberal, se convierte en un solo poder en manos del gobernante de turno (presidente o primer ministro).

Otros de los aspectos que caracterizan la crisis de la democracia, lo constituyen la forma y métodos establecidos por el régimen electoral, que si bien es cierto le ofrece al ciudadano la oportunidad de elegir a sus gobernantes y participar en la contienda electoral, dicho proceso se desarrolla en medio de la violación de las leyes electorales, el soborno, la trashumancia electoral, la compra de votos, la violencia, etc. Entretanto, los potenciales electores son tratados por los dirigentes de los partidos como masa electoral disponible para conformar mayorías-minorías electorales con las cuales gobiernan la sociedad, a todo lo cual se suma la manipulación que realizan durante el debate electoral con el ofrecimiento de promesas mediatizadas por la demagogia con las cuales logran ocultar las verdaderas causas de los problemas que aquejan a los ciudadanos, además de perpetuarse en los cargos de representación del Estado.

Y de ahí la necesidad imperiosa de que las fuerzas políticas y sociales de estirpe progresista y democrático, se unan, organicen, y desarrollen con gran intensidad la lucha por un verdadero cambio social dirigido a construir una nueva realidad social y política para sustituir el viejo y desueto régimen político y social en donde la democracia se ha desnaturalizado en medio de la descomposición del sistema capitalista y de sus clases dirigentes.


Veeduría Ciudadana por La Democracia y La Convivencia Social

El Control Ciudadano Sobre la Gestión Pública es Condición Indispensable para el Ejercicio de la Democracia y la Convivencia Social