Por Carlos Enrique Botero Restrepo
Arquitecto Universidad del Valle; Master en Arquitectura y Diseño Urbano, Washington University in St: Louis.
Profesor Maestro Universitario, Universidad del Valle. Ex Director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad del Valle (de2012 a 2015) y Director del CITCE (Centro de investigaciones Territorio Construcción Espacio) de 2006 a 2010.
no se podrá circular en automóvil particular en toda el área del centro de la ciudad. A menos que sea residente comprobado y certificado.
Una noticia que hoy recorre las páginas y redes web dedicadas al urbanismo y sus acontecimientos cotidianos, explica los alcances de una decisión tomada en Madrid, la capital de España: hacia noviembre del presente año no se podrá circular en automóvil particular en toda el área del centro de la ciudad. A menos que sea residente comprobado y certificado.
Podrán circular libremente taxis, vehículos de transporte público masivo y vehículos de aprovisionamiento siempre y cuando sean eléctricos o movidos por gas o por cualquier forma de energía no combustible.
Quienes han visitado Madrid, si regresan, tengan en cuenta que aún la Gran Vía hace parte de las restricciones y que lo más importante es ser felizmente peatón para disfrutar de la riqueza urbanística, arquitectónica y paisajística del centro tradicional de esa ciudad.
Esta nota es especialmente importante para nuestras ciudades de cualquier tamaño porque finalmente pone en su sitio a los usuarios y comerciantes de vehículos movidos por gasolina.
Debido a la mala calidad de los servicios de transporte público masivo en nuestro medio, los comercializadores de carritos y de motocicletas venden a manos llenas cualquier clase y cualquier cantidad de estos vehículos bajo la indiscutible insuficiencia de los medios colectivos. Para no caer en mentiras piadosas, la industria automotriz, los comerciantes del ramo, los proveedores de partes, se lucran de esta situación caótica de movilidad y de la ineficiencia del transporte público.
Bajo estas condiciones, cuando se plantean alternativas técnicas y ambientales que permitan superar el caos creciente de la movilidad urbana y que imponen (suponen) controles al tránsito de vehículos particulares, salen a relucir los argumentos “sociales” según los cuales cualquier intervención sobre las áreas urbanas que restrinjan el tránsito automotor individual, es un atentado contra el empleo y el derecho al trabajo de quienes estén vinculados al sector, desde el inversionista y concesionario, hasta el “montallantas” de barrio, pasando por el vendedor de carros nuevos o usados, por el taller de pintura de retoques, por los vendedores de “gallos” y hasta de mangas para combatir el sol cancerígeno del brazo izquierdo del conductor.
Esta situación explica que, en ciudades como Cali, el lobby que adelantan los comerciantes vendedores de autopartes y de vehículos –incluyendo las motocicletas- sea intenso y permanente, porque ven en planes como el PIMU una amenaza al sistema actual que, basado en la miserable calidad del transporte público masivo, mientras no se solucione, venderán a manos llenas carritos y motos, con el solo requisito de la cédula de ciudadanía y a condición de que persistan la angustia por llegar pronto al trabajo.
consultar cómo manejan hoy esas ciudades el tema del automóvil particular y la movilidad local, regional y territorial
A quienes viajan a Europa a ver tanta belleza, deberían imponerles consultar cómo manejan hoy esas ciudades el tema del automóvil particular y la movilidad local, regional y territorial, a cambio de darles gratis una boleta para la rifa de un carro eléctrico cuando regresen. Pueden además, pedir una explicación al hecho de que Dinamarca en 2016 fue el país europeo donde menos carros fueron comercializados y la oferta de bicicletas se quedó corta.
A echar pata, que es saludable, pero que exige el espacio suficiente, amable, atractivo y seguro, que aún hoy se le niega a todos los habitantes de una ciudad que antes que automovilistas nacimos peatones.