Luz Betty Jiménez De Borrero / Pablo A. Borrero V.


Para algunos políticos como el primer ex ministro del Reino Unido Gordon Brown, quien a su vez retoma algunos conceptos de la profesora de economía del University College London Marianne Mazzucato (Periódico El Tiempo 12 de abril 2020); el capitalismo global atraviesa por una “triple crisis”, que requiere en la actualidad “repensar el modelo” existente aprovechando la coyuntura sanitaria, económica y de las urgencias ambientales, en tanto que “sino arreglamos el sistema no tendremos ningún chance frente a la tercera crisis”, calificada de “creciente inhabilidad” para manejar y controlar el planeta.

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<em>Como alternativa de solución se plantea que en medio de la crisis sanitaria y económica ocasionada por el COVID-19, se proceda a “inyectar dinero en efectivo” a los hogares mas vulnerables,</em>

Ahora bien, que proponen los autores para saldar al capitalismo de las crisis? 

Como alternativa de solución se plantea que en medio de la crisis sanitaria y económica ocasionada por el COVID-19, se proceda a “inyectar dinero en efectivo” a los hogares mas vulnerables, a pagar las nóminas de las empresas afectadas con la crisis, a reconstruir el modelo de las alianzas público-privadas, a la búsqueda de la vacuna contra la pandemia y a tener un Estado emprendedor que invierta en salud, en proyectos de energías renovables, de inteligencia artificial y que además sea capaz de “negociar” para que los “beneficios de la gente vuelvan a la gente”.

Las anteriores propuestas encajan perfectamente con las viejas teorías Keynesianas y neo-keynesianas del capitalismo regulado que parten de la base de que el motor del desarrollo económico y social es el Estado, encargado de lograr un equilibrio entre la demanda social y la oferta de bienes y servicios para garantizar la supervivencia de las empresas en tiempos de la crisis y preservar el empleo a partir del endeudamiento con el sector financiero nacional e internacional, que conlleva a una mayor dependencia económica, comercial y política, no importando si con ello se aumentan la inflación y el costo de vida por el alza de los precios de los productos, bienes y servicios incrementándose el déficit fiscal y presupuestal.

En tales condiciones no es casual que se plantee la necesidad de garantizar la liquidez de las empresas y el mantenimiento de las reformas sociales en favor de las clases y sectores más pobres y vulnerables con los efectos de la crisis. Desde luego que no sobra quienes desde las posiciones del neoliberalismo propongan la disminución de los salarios de los trabajadores, como una forma de aliviar las cargas de los patronos y ayudarles a resolver sus dificultades económicas. De todas maneras en circunstancias como las que atraviesa el mundo capitalista globalizado, no es casual que se produzcan acuerdos y compromisos entre los partidarios de una u otra corriente del pensamiento económico al tratar de combinar los métodos y procedimientos de la economía regulada con los de los voceros del neoliberalismo que consideran el mercado como el verdadero motor de la actividad económica y no al Estado, el cual debe comprometerse a mantener determinados niveles de actividad económica y financiera con cargo a los recursos del presupuesto estatal.

Aunque con la superación de la crisis existe la posibilidad de recuperar el crecimiento de la economía, lo cierto es que en las condiciones del capitalismo estas son cada vez más recurrentes y profundas, lo que hace que pequeños, medianos y hasta grandes capitalistas se arruinen y miles de trabajadores se queden sin empleo y por tanto sin ingresos, mientras que los beneficiarios de la crisis se enriquecen, concentrándose aun mas la riqueza social en pocas manos como sucederá con la que vive en la actualidad el capitalismo, que por lo demás ha comenzado a declinar con tasas de crecimiento por debajo de las proyectadas y con el aumento del parasitismo de sus clases dominantes que ya no cuentan con la vitalidad para dirigir los asuntos del Estado y de la sociedad, lo cual tiende a extenderse e intensificarse, generándose un proceso de descomposición en todos los niveles de la vida social.

Y de ahí que no sea exagerado hablar de la “policrisis” que parece desembocar inicialmente en una eventual desarticulación de la comunidad europea, sacudida por infinidad de factores tanto económicos como financieros, migratorios, raciales, etc., que conspiran contra la estabilidad del capitalismo en esa parte del mundo desarrollado.

Y aunque algunos economistas y politólogos son conscientes de los errores y del fracaso del modelo capitalista actual, abogan por un cambio social que desde luego no es posible sin afectar las bases mismas del sistema que no podrá sobrevivir en medio del desaprovechamiento del inmenso potencial de las fuerzas productivas, la ciencia y la tecnología, el desarrollo de las comunicaciones, el internet de las cosas y de la revolución digital, que hoy encuentra en las viejas y desuetas relaciones económicas, políticas e ideológicas un verdadero freno al progreso material y espiritual de la sociedad que no se puede superar sino sustituyéndolas por otras de carácter progresista y revolucionario que marquen un ascenso de la sociedad a un nivel superior de desarrollo, las cuales por supuesto no estarán excluidas de traumatismos y retrocesos en virtud de diversos factores que se oponen a su avance.

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<em>En tiempos del feudalismo las fuerzas anacrónicas de la nobleza estamentaria trataron por todos los medios de impedir el avance de las fuerzas del progreso</em>

En tiempos del feudalismo las fuerzas anacrónicas de la nobleza estamentaria trataron por todos los medios de impedir el avance de las fuerzas del progreso, representadas en aquel entonces por las clases y sectores sociales democráticos de la burguesía y del pueblo, que para nuestro tiempo también le pasarán su cuenta de cobro a las clases que se aferran al poder económico y político de la sociedad.

El camino a seguir en tiempos de la globalización dependerá en buena medida de que las fuerzas del progreso de las clases y grupos sociales mas avanzados y que en lo fundamental viven de su trabajo, se decidan acceder al poder del Estado, renovando sus instituciones políticas para fortalecer su autonomía e independencia económica de los países dominantes del mundo capitalista desarrollado a partir de la consolidación y desarrollo de la propiedad estatal y del sector público de la economía, la cooperación y ayuda económica, técnica y cultural de carácter internacional, frente al nuevo colonialismo colectivo que ejercen los países del capitalismo monopolista de Estado que en la actualidad han entrado como se dijo, en un proceso de declive a pesar de que intelectuales como el premio nobel de Economía Joseph Stiglitz, llama a ser optimistas frente al porvenir económico del mundo capitalista, que tendrá que ser según dice, más equitativo en la medida en que responda a las necesidades de todos los ciudadanos y no de unos pocos, propósitos estos que nada tienen que ver con la realidad del Estado capitalista que tan solo representa y defiende los intereses del gran capital financiero nacional transnacional, del cual no se puede esperar un cambio que tenga por objeto favorecer el interés general de los ciudadanos, a quienes generalmente se les da un trato desigual en función de su situación económica y social.


Veeduría Ciudadana por La Democracia y La Convivencia Social

El Control Ciudadano Sobre la Gestión Pública es Condición Indispensable para el Ejercicio de la Democracia y la Convivencia Social