Efraim del Campo Parra 

Politólogo Con maestría en Política (Sheffield, UK), y ciencias políticas y relaciones internacionales (Ginebra, Suiza); consultor en programas de desarrollo económico sostenible para la OIT (Suiza) y la Cámara de Comercio Hispanoamericana de Carolina del Norte. Especialista en desarrollo sostenible y política pública.


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<em>En la última semana, los gobiernos de Dinamarca, Francia y Polonia han anunciado paquetes de salvamento solo a aquellas empresas que no tienen subsidiarias en paraísos fiscales</em>

Ayudar al sector productivo es un deber moral y ético de los gobiernos en cada país. Lo que no es un deber, es salvar o si quiera considerar ayudar a las empresas que no hacen sus debidos aportes al sistema de seguridad social. Ese cuento de que las ganancias se privatizan y las pérdidas se socializan tiene poca cabida ante la enorme desigualdad que ha desnudado el COVID-19.

En la última semana, los gobiernos de Dinamarca, Francia y Polonia han anunciado paquetes de salvamento solo a aquellas empresas que no tienen subsidiarias en paraísos fiscales. Condicionar las ayudas a las empresas sigue una lógica simple, y es castigar a las empresas y personas que han tomado ventajas del sistema financiero global para evadir su responsabilidad social y acumular capital.

Actualmente los gobiernos no solamente tienen grandes presiones para salvar la economía, sino también en hacerlo de una manera correcta. Reducir las inequidades, el cambio climático y el apoyo a la pequeña empresa se han convertido en temas centrales en los debates sobre escenarios post-COVID. Los ciudadanos y ciertos medios de comunicación de países los europeos han seguido con cuidado cada decisión y acción de sus gobernantes con la intensión de proteger los escasos recursos a disposición.

Los expertos dicen que las crisis son momentos de oportunidad, de cambio e innovación. Episodios como los que vivimos tienen que ser aprovechados por los gobiernos para hacer los correctivos necesarios en la economía nacional y global. Por desgracia no veo en Colombia ninguna intención de seguir políticas progresistas o si quiera de mandar un mensaje sobre la importancia del sistema social. ¿Qué tal si le hacemos saber a la gente en donde no hay UCI sobre la importancia de elegir bien a sus gobernantes?

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<em>Celebro y me enorgullece las campañas de solidaridad social por parte del sector privado. No obstante, esta solidaridad –que parece caridad- no puede limitarse a periodos de necesidad </em>

Ya es hora de que los colombianos entendamos la importancia de un sistema social de bienestar, el cual hemos desfinanciado y descuidado desde su creación con la constitución del 91. Esa lógica y practica del “avivato” que ha sido común entre ciertas empresas y personas tenemos que llevarlas a un fin y no hay mejor coyuntura que la actual. Esta no es la primera ni la última crisis para Colombia, y aunque hemos aprendido de crisis pasadas, creo que es hora de que el Estado colombiano mande un mensaje claro sobre la importancia del sistema de bienestar social.

Celebro y me enorgullece las campañas de solidaridad social por parte del sector privado. No obstante, esta solidaridad –que parece caridad- no puede limitarse a periodos de necesidad como la que vivimos actualmente. Sería bueno que en esta cuarentena los colombianos como sociedad pensemos si queremos un sistema social solidario y equitativo, o un sistema ineficiente que dependa de la caridad para satisfacer las necesidades de aquellos que más lo necesitan. Mi intuición me dice que no habrán grandes cambios. Solo espero que el tiempo me demuestre lo contrario.