Nicolás Ramos G
Ingeniero Civil , ex gerente de Emcali y ex Presidente de la SMP
La gran diferencia con los países desarrollados es que en ellos la educación o enseñanza es de calidad y ordenan o planifican su crecimiento. En todas las organizaciones del mundo hay control de la calidad de lo que se fabrica y del comportamiento y eficiencia de los operarios. Solo en Colombia los maestros y en algunas empresas del Estado la supervisión del personal se considera como acoso laboral o acoso sexual. En otras palabras, es garantizar la mediocridad y la irresponsabilidad con que se presta el servicio. La gran diferencia entre los colegios privados y los públicos es que en los primeros se exige cumplimiento a maestros y alumnos y en los públicos ello no ocurre.
Israel es un ejemplo de los países con éxito, que ha transformado un desierto en uno de los países con nuevos frondosos bosques gracias a un ejemplar manejo ambiental y además con un gran desarrollo cultural e industrial e Israel es país que exporta agua, que más recicla su agua -alrededor del 85%- casi el 50% del agua utilizada en agricultura es reciclada, tiene cinco plantas desalinizadoras de agua; casi el 80% de lo que se consume en los hogares de Israel proviene del mar y es del riego por goteo, que ayudan a ahorrar una gran cantidad de agua
Sin capital humano preparado y sin recursos económicos continuaremos exportando productos primarios sin valor agregado, es decir cambiando piñas, aguacates, chontaduros por aviones, maquinaria, vehículos y equipos electrónicos.
Al terminar la Segunda Guerra Mundial el peso colombiano estaba a la par con el dólar y hoy ronda por los $ 5.000.oo. Es decir, cada día somos más pobres, pese a la falsedad de la economía permeada por el dinero procedente del narcotráfico, que todo lo daña, pese a que da apariencia de prosperidad.
A lo anterior se suma la explosión demográfica y el crecimiento desordenado de las ciudades, mayor en los sectores con menores recursos y mínima educación. Hecho que por la falta de una planeación de largo plazo hace imposible un crecimiento armónico de las ciudades, que aumentan el caos por doquier y la inseguridad por los cuatro costados, ocasionando con ello un desmejoramiento de su calidad de vida.
Si nuestra dirigencia no logra que se organicen verdaderas oficinas de planeación a nivel nacional, departamental y municipal para planificar y ordenar el crecimiento, seguiremos hinchándonos por doquier y haciendo cada vez más difícil controlar y ordenar el país y sus ciudades. Uno quisiera siempre escribir sobre hechos positivos, pero vemos que antes de arreglar el orden de la casa, crece su desorden.