Por Carlos Enrique Botero Restrepo
Arquitecto Universidad del Valle; Master en Arquitectura y Diseño Urbano, Washington University in St: Louis.
Profesor Maestro Universitario, Universidad del Valle. Ex Director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad del Valle (de2012 a 2015) y Director del CITCE (Centro de investigaciones Territorio Construcción Espacio) de 2006 a 2010.
solucionar los problemas de abastecimiento de agua para la zona de expansión al sur de la ciudad, a lo largo del eje Cali-Jamundí
En una entrevista radial a mitad de semana (RCN Cali), el gerente general de Emcali manifestaba que la empresa estaba empeñada en solucionar los problemas de abastecimiento de agua para la zona de expansión al sur de la ciudad, a lo largo del eje Cali-Jamundí, al sur del río Lili. Es una de sus tareas fundamentales para garantizar el cubrimiento de todas las demandas de los nuevos proyectos de urbanización que arrancaron, en teoría, desde la aprobación del POT en su versión original según Acuerdo 069 de 2000 del Concejo Municipal.
Es obvio que, dadas las limitaciones de tiempo disponible y la superficialidad con que se tratan estos temas, no era posible profundizar sobre los problemas que las alternativas de solución técnicas suponen.
Una cosa queda muy clara aunque no es nueva. Los costos que significa pensar en una aparentemente simple solución de extensión hacia el sur de las redes alimentadas por el sistema actual de captación de aguas del Río Cauca en Puerto Mallarino, tratamiento y distribución, la hacen imposible, toda vez que las distancias desde la planta principal hasta el sector de la expansión aprobada, obligaría a procesos de recuperación de la calidad del líquido mediante plantas intermedias de más potabilización y bombeo para llevarlo hasta los nuevos desarrollos.
Eso no parecía obstáculo para que los concejales de la ciudad aprobaran el exabrupto de las áreas de expansión sin contar con la suficiente capacidad instalada y proyectada para suministrar la mínima infraestructura de servicios domiciliares de calidad y con disponibilidad permanente. Aprobado el acuerdo, le correspondería a Emcali solucionar el problema, el mismo que hoy, 17 años después, es peor que cuando se formuló como una simple limitación temporal: no sólo se impone ampliar las redes sino mantener las existentes que demandan a su vez nuevas extensiones para cubrir las nuevas demandas por construcción de grandes proyectos –nuevos desarrollos y densificación- dentro del perímetro urbano del año 1999 (casos Avenida Circunvalar, Los Cristales, La Flora, Santa Rita, Santa Teresita, Morichal, Sector Valle del Lili, Comunas 17, 21 y 22, Ciudad Paraíso).
Los costos económicos los asumirán los usuarios, propietarios e inquilinos, de toda la ciudad vía tarifa de pago mensual, cosa que nunca harán los terratenientes-promotores-constructores-comercializadores de los procesos de urbanización expansiva.
Obliga este panorama a entender por qué no ha sido posible practicar algún nivel de planeamiento urbano cuando la ley del mercado, incuestionada e incontrolada, impone la expansión como dinámica única y condición básica para el desarrollo urbano que, visto así, no es otra cosa que el camino a la insostenibilidad de la ciudad.
a partir de 2000 es que el Concejo Municipal con decisiones puramente politiqueras y nada técnicas
Hacia la segunda mitad de la década de los años sesenta del siglo XX, un alto funcionario de Planeación de Emcali, el arquitecto Lácides Reyes, afirmaba con todos los argumentos que con razón manejaba, que la planificación de Cali se hacía efectiva por la empresa ya que la expansión urbana era posible mientras Emcali pudiese extender las redes y tuberías de servicios domiciliares. Lo que ha cambiado a partir de 2000 es que el Concejo Municipal con decisiones puramente politiqueras y nada técnicas –para algo sirve combinar la ignorancia y el poder- le impone a la entonces próspera empresa pública los proyectos que tiene que enfrentar.