Por Carlos Enrique Botero Restrepo
Arquitecto Universidad del Valle; Master en Arquitectura y Diseño Urbano, Washington University in St: Louis.
Profesor Maestro Universitario, Universidad del Valle. Ex Director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad del Valle (de2012 a 2015) y Director del CITCE (Centro de investigaciones Territorio Construcción Espacio) de 2006 a 2010.

suficiente el tiempo que tiene la ciudadanía para conocer a los aspirantes y definir su voto
Se va definiendo el abanico de candidatos a la alcaldía de Cali de donde saldrá el elegido en octubre del presente año. Es suficiente el tiempo que tiene la ciudadanía para conocer a los aspirantes y definir su voto para entonces.
Aparecerán candidatos de todos los perfiles posibles y ganará quien sepa manejar el proceso electoral sin importar los compromisos reales con los electores y con la ciudadanía en general. Esa es nuestra experiencia real.

La historia de Cali, desde la elección popular del primer alcalde –Carlos Holmes Trujillo- nos deja una enseñanza cruel y muchos asuntos pendientes. Los balances que dejan todas las alcaldías, hasta hoy, es un listado de tareas inconclusas y recursos dilapidados.
Es probable que dentro de los pobres resultados de cada ejercicio algunos de los alcaldes hayan terminado limpios y sin deudas pendientes, pero hay algunos que han quedado debiéndole a la ciudadanía, no sólo promesas por cumplir, sino explicaciones y resarcimientos por los males causados.
No existe en la historia del planeamiento urbano en Colombia un propósito más arrevesado que éste

En una escala arbitraria para clasificar a los malos alcaldes elegidos, que han pasado por estos 31 años, el campeón es Jorge Iván Ospina. Dejó arrasada la ciudad que pretendió desarrollar con su caótico plan de megaobras. No existe en la historia del planeamiento urbano en Colombia un propósito más arrevesado que éste, donde cada una de las intervenciones puntuales poco o nada tenía relación con otra. Su fracaso hoy está representado en la inconclusión de la mayoría de tales proyectos y la falta absoluta de recursos para terminarlas, además de las deudas y demandas acumuladas.
A pesar de tener a su haber sesenta y nueve (69¡) procesos activos en su contra según la Procuraduría General de la nación (El País, 02.02.2019), el señor Ospina tiene el cinismo de postularse para ejercer de nuevo la alcaldía de Cali.
Algún diccionario en la web define el cinismo como “… actitud de la persona que miente con descaro y defiende o practica de forma descarada, impúdica y deshonesta algo que merece general desaprobación”. Se puede leer de este candidato el cinismo cuando a cada pregunta que se le hace responde (o no responde) con evasivas, como si la historia de la ciudad no estuviera aún pagando las consecuencias de sus delirantes decisiones.

su capacidad para manejar el caos territorial que nos lleva a la configuración de un área metropolitana desbocada
Cali tendrá que entrar en un proceso donde los postulados a la alcaldía para el período 2020-2023 expongan sus virtudes y sus defectos, su conocimiento real del municipio –la ciudad y sus 15 corregimientos-, su capacidad para manejar el caos territorial que nos lleva a la configuración de un área metropolitana desbocada y sin orientación, la misma que nos llevará a una situación de insostenibilidad impulsada por la desenfrenada práctica inmobiliaria de urbanizar donde se quiera y cuando se puedan manipular las decisiones de una mal interpretada planificación del territorio.

Ospina las tiene sucias y actúa como un cínico sicópata
La ciudadanía, los votantes, tendrán que demostrar que al perro no lo castran dos veces, exigiendo además que los candidatos muestren sus manos limpias. Ospina las tiene sucias y actúa como un cínico sicópata.
Que desfilen los candidatos, con su hoja de vida y su propuesta por delante.