
Por Benjamín Barney Caldas
Arquitecto de la Universidad de los Andes con maestría en historia de la Universidad del Valle. Ha sido docente en Univalle y la San Buenaventura y la Javeriana de Cali, y continua siéndolo en el Taller Internacional de Cartagena, de los Andes, y en la Escuela de arquitectura y diseño, Isthmus, en Panamá. Miembro de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali y la Fundación Salmona. Escribe en Caliescribe.com desde 2011.

un sencillo barrio tradicional sobreviviente no fuera suficiente en una ciudad que los ha demolido todos buscando “cambiarle la cara” cuando lo que hay es que recuperársela, si en verdad se entiende lo de “progreso” y “desarrollo”.
El pasado sábado 17 de Noviembre, el que algunas calles quedaran sin tránsito mientras que otras sólo sin carros estacionados en ellas, permitió evaluar mejor los resultados y con base en ellos buscar restricciones permanentes para San Antonio. Que es lo que insisten en no entender los que nos importunan con toda clase de “corredores” (cuando el único que lo es, es el corredor férreo), en este caso dizque turísticos y gastronómicos, como si el ser solamente un sencillo barrio tradicional sobreviviente no fuera suficiente en una ciudad que los ha demolido todos buscando “cambiarle la cara” cuando lo que hay es que recuperársela, si en verdad se entiende lo de “progreso” y “desarrollo”.
Pensar en calles totalmente peatonales en San Antonio es equivocado pues el tránsito de carros les da seguridad y permite llegar en taxi a las casas y restaurantes. Otra cosa es que tengan el tránsito restringido algunos días por algunas horas, y por supuesto en algunas calles más anchas, como la Cr. 5ª, podría haber estacionamientos lineales a todo su largo, dejando libres las esquinas, siempre y cuando sean con pago y se puedan ampliar y regularizar sus andenes. Como se debería hacer en todas las calles, dejando sólo un carril para que pasen los carros pero que no puedan estacionar, tapando entradas y garajes, y que los peatones no tengan que caminar por las calzadas.
Y ni pensar en que puedan volverse permanentes las actividades festivas que se realizaron ese día en ciertas calles de San Antonio. Igual que con La Calle del Arte, evento que no tenía tradición en el barrio y llegó a molestar a muchos, no tiene sentido prohibir nuevos eventos. Pero si que sólo propongan aquellos que no interrumpan la tranquilidad de la comunidad, especialmente la de los residentes en su entorno inmediato, y que sean periódicos para que la gente sepa con tiempo a que atenerse, como lo era la vieja procesión con banda de los domingos que tanto disfrutábamos los que identificábamos su aspecto lúdico.

Pero no permitir el estacionamiento en la mayoría de las calles de San Antonio si sería todo un logro para sus residentes como para los visitantes a sus restaurantes, los que podrían disfrutar el poder/tener que caminar por sus calles
Pero no permitir el estacionamiento en la mayoría de las calles de San Antonio si sería todo un logro para sus residentes como para los visitantes a sus restaurantes, los que podrían disfrutar el poder/tener que caminar por sus calles sin la amenaza del tránsito y sin carros estacionados que no dejan ver bien nada. Pero habría que estimular la construcción de estacionamientos públicos en los lotes existen en la periferia del barrio, y al mismo tiempo controlar de verdad que no se demuelan casas para improvisarlos de cualquier manera y por supuesto en un solo nivel, como sigue ocurriendo en todo el Centro, lo que debería estar totalmente prohibido.
Igualmente es necesario que se habiliten vías alternas para que no se continúe usando algunas calles del barrio solamente para atravesarlo y evitar así los trancones de las vías arterias de la ciudad, a las que habría que racionalizar su uso, y por tanto su señalización y demarcación de carriles la que en esta ciudad da grima. Como lo fue la exageración de las “cebras” pintadas en algunas calles de San Antonio, como a propósito para que se vieran ese sábado, todo un despropósito en un sencillo barrio de interés patrimonial y uso residencial, ya sitiado por pintadas de mal gusto y fachadas con colorinches para llamar la atención.